Dos hombres llegaron el lunes a primera hora a este rincón que conserva su antigua denominación de partida rural de secano, la Casa Langostina, en Orihuela Costa, y comenzaron a retirar la valla que delimita la finca de los Wesenauer. La familia llamó a la Policía Local y a la Guardia Civil. Los operarios pararon pero anunciaron que volverían. El miércoles regresaron y continuaron con su trabajo ante la sorpresa de los dueños, que volvieron a reclamar la presencia policial y denunciaron los hechos. Y ayer se repitió la misma escena, aunque esta vez les obligaron a dejarlo. La Guardia Civil y la Policía Local les advirtieron que antes de proseguir debían aclarar el conflicto de lindes y que, en cualquier caso, podrían estar provocando daños a una propiedad privada. Los operarios no esgrimieron en ningún momento licencia de movimiento de tierras o de obra del Ayuntamiento que pudiera justificar la actuación.

La familia Wesenauer lleva luchando por mantener este pedazo de tierra en su estado original desde 1996. Un buen día a principios del 2000 se enteraron de que su finca, con una casa de más de 150 años de antigüedad, había quedado «atrapada» en la reparcelación de un plan urbanístico contemplado en el PGOU de 1990, el PAU-25 o «La Cuerda». Sus 3.450 metros cuadrados rústicos quedaban reducidos a 1.786 urbanos -con capacidad para 12 chalés- y debían aportar 43.869 euros de costes de urbanización. Durante el «boom» se urbanizó casi por completo todo el residencial, menos el rincón de la Casa Langostina. Paradójicamente la crisis salvó durante unos años la parcela de la piqueta.

Tras la bancarrota del promotor la parcela sin construir acabó en manos de la CAM y después en una filial del Sabadell, de donde la adquirió un inversor que, al rebufo de la nueva demanda de viviendas turísticas de extranjeros (solo hay que darse una vuelta por allí para constatar que el repunte es una realidad) ha decidido poner en marcha el proyecto en el que caben 25 casas.

Los Wesenauer se pierden en el lenguaje de las áreas de reparto, los gastos de urbanización y las tipologías de suelo ellos estaban antes que los adosados tipo «tulipán» y las piscinas. Sin éxito presentaron sus alegaciones a la reparcelación, aunque su insistencia sirvió para que el presidente de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo pidiera explicaciones a España en enero de 2008 sobre cómo se gastaban fondos europeos con una Ley Urbanística Valenciana «con nefastas consecuencias para los afectados». Estos vecinos austriacos sólo saben que llegaron a un paraíso mediterráneo con vistas al mar que se ha convertido en un mar de viviendas. Ellos, con una hija en Secundaria, quieren mantener su estilo de vida. Con gallinas, un palomar, su horno, cabras, un caballo blanco... entre cipreses, pinos y lentiscos.