El promotor no tenía ganas de líos ayer. Explicó a este diario que lleva desde julio intentando contactar con los vecinos de la casa para explicarles que no tiene intención de derribarla. Eso sí, las escrituras y la cédula urbanística facilitada por el Ayuntamiento dicen que la finca que compró se queda a escasos metros de la vivienda. Pero sobre el terreno debe derribar esa valla y «coger» gran parte del terreno que los actuales moradores consideran suyo, pero no está dispuesto a entrar en más conflictos. Insiste en que él compró una finca sin conocer la historia que hay detrás y matizó que no sabe hasta qué punto se puede permitir el uso rústico que se le da ahora. D. P.