La autopsia de la mujer estrangulada en una vivienda de Alicante ha confirmado que su muerte se produjo hace más de cinco días. Los forenses sitúan la muerte en un periodo de entre cinco y siete días, plazos que se corresponden con la versión dada por el homicida confeso que dijo que acabó con la vida de su tía el miércoles de la semana pasada con el cable de una lámpara tras llevarle el desayuno. Después le colocó una bolsa de basura en la cabeza y la trasladó a otro dormitorio de la vivienda, donde dejó encerrado el cadáver hasta que el lunes decidió entregarse en la Comisaría. Para evitar que los olores alertaran a los vecinos, colocó una toalla por debajo de la puerta. Los forenses han detectado una pequeña fisura en una costilla, pero consideran que pudo causarse después de la muerte cuando el asesino trasladaba el cadáver a otra habitación.

El crimen se produjo en la calle Pintor Aparicio de Alicante y la Policía descubrió el cadáver a raíz de que el propio homicida se presentara en las dependencias confesando lo que había hecho. El hombre aducía que ella le había dicho que ya no quería vivir, ya que sufría un deterioro físico cada vez mayor que requería cuidados constantes al no poder valerse por sí misma. El juzgado de guardia decretó el ingreso en prisión para él el jueves, tras tomarle declaración.

Los vecinos de la mujer asesinada han declarado ante la Policía que oyeron discutir a los dos por la vivienda. Según su testimonio, él la recriminaba que estaba allí «de prestado» porque el verdadero heredero de la vivienda era él. La investigación señala que el detenido iba a heredar el piso junto a sus hermanos tras el fallecimiento de la mujer. Su abuelo se casó con la víctima a la muerte de su esposa, que era la hermana de ésta, para que pudiera cobrar su pensión y la dejó el piso en usufructo, de manera que podría seguir viviendo allí hasta su defunción, momento en el que pasaría a sus tres nietos.

El padre del detenido ha declarado en Comisaría que éste fue a verle la misma mañana en que se entregó para anunciarle que se iba a Dinamarca a trabajar y que quería despedirse. El padre explicó a los agentes que el homicida era el sobrino favorito de la mujer y que le quería como a un hijo. Cuando le contó que se iba, supuso que la convivencia entre los dos se había ido deteriorando porque la mujer «tenía mal carácter hacia sus familiares y con la edad se podría haber incrementado». Sin embargo, en la conversación que mantuvo con su hijo no le dijo nada del crimen, ni le comentó discusión alguna con ella. Sólo le mencionó que la situación era insostenible por el estado de salud de la anciana. Posteriormente, se enteró de lo que había pasado cuando se lo vio publicado en el periódico a la mañana siguiente.