Fuensanta López García tenía 42 años cuando Juan Mata Valcayo decidió matarla. Lo hizo en un piso de la calle Luis Lamarca, en el barrio de Nou Moles, en Valencia, el pasado 17 de septiembre. Fuensanta se convirtió así en la tercera víctima mortal de la provincia de Valencia de este trágico 2015, un año especialmente marcado por los asesinatos machistas y por el rechazo de la sociedad hacia los mismos. Un rechazo que, de momento, no ha sido suficiente para hacer disminuir las cifras de mujeres muertas a manos de sus parejas o excompañeros sentimentales.
En el caso de Fuensanta, vecina de Riba-roja del Túria, la violencia invadió su vida de la mano de una nueva pareja que había conocido apenas seis meses antes por internet, a través de una red social. Como es habitual en estos casos, solo las víctimas conocen realmente el infierno en el que viven. Sin embargo, en esta ocasión, los vecinos llevaban semanas escuchando gritos y discusiones en la vivienda del presunto asesino, el lugar donde la mató.
Un apartamento que se convirtió en escenario de una brutal agresión el pasado mes de septiembre. Fue la madre del agresor quien, alrededor de las 11.00 horas de aquel jueves, se encontró con los hechos en primera persona. Su hijo no contestaba las llamadas desde el día anterior, así que se acercó al piso del número 46 de la calle Luis Lamarca para comprobar que todo iba bien. Cuando entró en la vivienda vio a Fuensanta inerte en el suelo de la cocina, boca abajo y con varias cuchilladas en la espalda.
Junto a su cadáver había un bate de béisbol, con el que el autor de los hechos golpeó a la víctima antes de apuñalarla, según señaló la autopsia posterior realizada por el Instituto de Medicina Legal de Valencia. Fue precisamente aquel golpe el que le causo la muerte. Después, el asesino le asestó hasta siete cuchilladas en la espalda. Al parecer, Juan Mata Valcayo, de 46 años, trató de suicidarse después mediante el consumo ingente de pastillas y cortes superficiales en las muñecas, pero no lo consiguió.
Detenido en el hospital
Cuando la madre del agresor se topó con la situación al día siguiente del asesinato, alertó rápidamente a la policía. El hombre fue trasladado al Hospital General de Valencia en calidad de detenido, donde a día de hoy permanece aún, según han afirmado fuentes judiciales. Casi tres meses después, las secuelas que le dejaron el conato de suicidio le impiden ingresar en prisión.
La causa judicial la lleva el Juzgado de Instrucción número 4 de Llíria, el competente en materia de Violencia sobre la Mujer. El juzgado de Violencia 4 de Valencia se inhibió en favor de Llíria porque aunque el crimen fue en la capital valenciana, la competencia judicial la determina el domicilio de la víctima, en este caso Riba-roja.
La jueza de Llíria ratificó la situación de prisión provisional, comunicada, sin fianza. La causa está abierta por homicidio o asesinato, de momento el tipo de delito concreto está pendiente de concretar.
A la espera del juicio
Fuensanta estaba divorciada y tenía dos hijas, de unos 9 y 15 años, respectivamente. La mujer vivía con ambas en la avenida Pacadar de Riba-roja, a pocos metros también del domicilio paterno y de otros familiares directos. Unos allegados que tres meses después aún están sumidos en el dolor y que apenas pueden hablar de la figura de su hija, hermana o sobrina. «Era muy buena persona, muy trabajadora y responsable. Siempre estaba pendiente de sus hijas», cuenta uno de sus familiares.
Las dos pequeñas, ahora huérfanas de madre, han quedado a cargo del exmarido de Fuensanta, que ha mantenido la residencia de las menores, en estrecho contacto con la familia materna. Unos padres, hermanas y tíos que viven ahora pendientes de la celebración de un juicio que lleve al asesino de Fuensanta a prisión.
