Podemos vuelve a la carga. El tercer socio del Pacte del Botànic -el único que no está dentro del Gobierno pero el que cuenta con los votos decisivos para los grandes asuntos- ha vuelto a poner encima de la mesa la tasa turística de cara a la tramitación parlamentaria de los presupuestos de la Generalitat para 2018, que iniciarán el próximo lunes un largo periplo de mes y medio en las Cortes. La petición se realizó durante la reunión que los tres componentes del acuerdo -socialistas, Compromís y Podemos- compartieron en la sede de los morados en el marco de la comisión de seguimiento del pacto. Un órgano encargado, en esta ocasión, de analizar las previsiones de los presupuestos para 2018, remitidas el pasado miércoles a las Cortes por el conseller de Hacienda, Vicent Soler.

Después de una larga negociación en la que Podemos ya ha incluido varias de sus propuestas en las cuentas, los morados pusieron encima de la mesa otras cuatro cuestiones: reforzar los fondos para la reforma de inmuebles con la idea de generar un gran parque público de viviendas como respuesta a problemas sociales, ampliar la gratuidad de los copagos en farmacia a otros sectores de la sociedad, el sistema de recogida selectiva de residuos y, finalmente, la inclusión de la mencionada tasa turística. Son cuestiones que han quedado fuera del proyecto de presupuestos pero que Podemos aspira a modificar en el trámite de enmiendas. El viaje parlamentario de los presupuestos arrancará el próximo lunes con la comparecencia de todos los consellers en el parlamento para explicar sus cuentas.

De las cuatro cuestiones que Podemos puso encima de la mesa, sus socios del PSPV y Compromís abrieron la puerta a incluir las dos primeras vinculadas a la política de vivienda y a facilitar nuevas exenciones en los copagos de medicamentos. Pero, sin embargo, ni está en la agenda abrir la mano con el polémico modelo de recogida de residuos que promueve el secretario autonómico de Medio Ambiente, Julià Àlvaro; ni tampoco la cuestión de la tasa turística. Los morados concretaron poco su alternativa. Sus socios insisten que poner en marcha un impuesto de esas características requiere de una mayor reflexión y creen que, llegado el caso, debe tramitarse a través de otros textos legislativos. En el fondo, sin embargo, los socialistas y la plana mayor de Compromís -aunque puedan estar de acuerdo en la música de la tasa- consideran que no es el momento de lanzar un impuesto que afecta al principal motor de la economía valenciana y que, además, no cuenta con ningún tipo de consenso entre los empresarios turísticos. Ni está en los presupuestos ni está tampoco en la agenda del debate parlamentario aunque todo apunta que Podemos lo pondrá sobre el tapete con un paquete de enmiendas.

En un receso de la reunión, el portavoz socialista en las Cortes, Manolo Mata, se mostró convencido de que caminamos «hacia un gran acuerdo presupuestario». «Habrá presupuestos», zanjó antes de abrir la puerta a una negociación con Cs para incorporarlo al acuerdo sobre las cuentas para 2018. Mata consideró normales los «rifirrafes» de los últimos días y detalló que atender todas las propuestas de Podemos tiene un «problema es de cuantificación porque no hay recursos para todo». El diputado de Podemos César Jiménez pidió «voluntad política» y consideró que hay detalles que «se podrían haber perfilado mejor» por lo que ahora se abre el periodo parlamentario para «acabar de afinar las propuestas» que plantearon, necesarias para «dar el impulso progresista a las políticas del Botànic».

César Jiménez, precisamente, defendió la necesidad de instaurar la tasa turística, una de las peticiones de los morados desde que lanzaron la cuestión en el Debate de Política General. Defendió el impuesto en un contexto de infrafinanciación para conseguir el aumento de los ingresos. Se pide, explicó, que los visitantes, que hacen uso de los servicios, colaboren «para tener los servicios sociales más avanzados» con una tasa finalista y puedan ver el progreso cuando regresen a la Comunidad. Àgueda Micó, en nombre de Compromís, se comprometió a «acabar de rematar» los presupuestos que son, «en esencia, el programa del Botànic». Por ello, resaltó que «no hay nada más allá de una negociación normal y corriente de tres partidos» que comparten responsabilidad y «lealtad entre ellos». Los tres socios también acordaron una auditoría ciudadana de la gestión del actual Consell.