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«Black Friday» en Anoeta

El Elche regala los tres puntos a la Real Sociedad en una noche aciaga en la que tres goles de Carlos Vela sacan los colores al sistema defensivo franjiverde

Víctor Rodríguez, vigilado de cerca por Elustondo anoche en San Sebastián. LOF

Auténtico viernes negro (Black Friday) para el Elche en Anoeta con tres goles de Carlos Vela que ponen en evidencia a un equipo ilicitano sin alma. El día que se inaugura la temporada de compras navideñas con significativas rebajas en muchas tiendas minoristas y grandes almacenes, justo una jornada después del Día de Acción de Gracias, los franjiverdes regalaron los tres puntos a la Real Sociedad de una manera que rozó en muchos momentos la impotencia. Nunca se tuvo opciones ante un rival que sin despeinarse logró su objetivo.

El cuarto viernes del mes de noviembre resultó aciago para los intereses del conjunto ilicitano. Una noche de rebajas en la que se vio a un equipo plano y sin ideas, que quiso y no pudo nunca ante una Real a la que le bastó con tres fogonazos para celebrar el debut ante su afición del técnico británico David Moyes. La revista oficial recibía al escocés con un «Ongi etorri etxera» (Bienvenido a casa) y la verdad es que tuvo una noche muy sencilla en su puesta de largo.

Nunca ganó un partido tan fácil la escuadra txuriurdin delante de los suyos, ni el mexicano Carlos Vela lo tuvo tan sencillo para firmar un «hat trick» como el que le hizo ayer a los franjiverde. El título de la película de este partido no podía ser otro que el de «Viernes negro (Black Friday), pero su subtítulo podría denominarse «Noche en vela».

El mexicano fue despedido por una sonora ovación cuando fue sustituido en la recta final de un partido que terminó con dos conjuntos sobre el campo andando.

Lo cierto es que el Elche fue una caricatura de equipo de principio a fin y menos mal que el rival no quiso apretar o su fútbol actual no le da para más, de lo contrario el castigo todavía hubiera sido mucho mayor.

Por primera vez en mucho tiempo se bajaron los brazos y eso no se puede permitir en un equipo que debe luchar cada partido como si fuera una final si desea seguir viviendo en la máxima categoría. Hasta Jonathas, que lo dejó todo sobre el césped y demostró su calidad durante muchos instantes, terminó desesperado de tanto desatino.

La situación resulta difícil de digerir. El crédito de 20.5 millones sigue sin llegar y, para colmo de males, el equipo de Fran Escribá tampoco da señales de vida. Por primera vez en mucho tiempo, los dos polos se dan la mano. Hasta ahora lo deportivo ganaba por goleada, pero actuaciones como las de ayer igualan una contienda que puede terminar de muy mala manera. Malos tiempos para el blanquiverdismo. Si no se ponen soluciones va a ser duro. Esperemos que el dinero llegue y se pueda reforzar una plantilla con escasos argumentos futbolísticos. Escribá aboga por ser paciente y no arrojar la toalla, pero el crédito se va acabando para todos.

El intercambio de pareceres (sic) entre Tyton y Pelegrín, camino del vestuario, en el descanso, refleja bien a las claras la empanada mental vivida por el Elche en el aspecto defensivo durante los primeros 45 minutos. En la última jugada del primer período, el central catalán despejó el balón fuera y el polaco le recriminó que no se la diera. No se fió un pelo de su compañero, después de que debido a dos errores garrafales en defensa la Real Sociedad lograra decantar el partido de su lado sin hacer nada del otro mundo.

En el minuto 3, en una contra, Carlos Vela enviaba al fondo de la red un dentro de Carlos Martínez. Y en el 31, el mexicano volvía a aprovecharse de la apatía franjiverde para hacer el segundo. El tercero llegaría en la segunda parte. El Elche quiso el balón, pero muy pocas veces llegó al área rival con peligro y en defensa dio todas las facilidades del mundo. Así es imposible ganar partidos. La solidez defensiva de la pasada campaña, vital para la salvación, se ha esfumado. Como disculpa, el hecho de que el doble pivote Mosquera-Pasalic no pudo utilizarse porque el croata no estaba bien. Lo dicho, un auténtico viernes negro. Para olvidar.

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