Antonio Sobrino filtró las polémicas fotografías en las que se ve a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, en pijama, y al constructor Enrique Ortiz en un viaje que compartieron, entre otros, a Andorra. Así lo anunció ayer el propio exconcejal del PP en una entrevista en El Programa de Ana Rosa. «Yo vivía bien pero entré en política y ahora estoy sin nada», se sinceró. «Cuando filtré las fotografías era un momento muy malo para mí, tuve dos intentos de suicidio, estaba muy mal y fue a la desesperada. Estaba lleno de rencor y de odio», agregó el que fuera edil de Comercio en Alicante durante el pasado mandato, que comenzó con Luis Díaz Alperi en la Alcaldía hasta que dimitió y dejó pasó a la actual primera edil.
A partir de la filtración de las imágenes, dijo, la vida le cambió. «Tenía presiones y no encontraba ninguna puerta abierta, no sé si había una mano negra o no (en alusión a Castedo). Al final te ves que tienes una familia que mantener y no puedes. Cuando estás hundido ves que todo el mundo es tu enemigo. Solté las fotos y es un momento de desahogo y empecé a vivir sin rencor. Empecé de nuevo a vivir», aseguró el también ex presidente del Club Náutico Costa Blanca. Sobrino culpó a la alcaldesa de sus penurias. Aseguró que ambos eran amigos, pero le terminó «apartando» de la primera línea política. «Me llevó a la ruina. Me quedé sin nada», sentenció, a la vez que recordó que antes de ser elegido concejal incluso tenía una embarcación de 12 metros de eslora. Sobrino también afirmó que su aterrizaje en el Ayuntamiento de Alicante le cambió. «Me estaba equivocando, no se puede vivir con coches oficiales. Afortunadamente volví a bajar a la tierra, pero en los dos primeros años vives en una nube: eres el más guapo, el más listo, nadie te critica a la cara, te guardan sitio para aparcar... Es muy fácil vivir así. El 90% de los políticos estamos en esa nube», concluyó.
El exedil no fue el único que mentó ayer a la alcaldesa, imputada por varios graves delitos por el supuesto amaño del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la ciudad para beneficiar a Ortiz y por facilitar la instalación de Ikea en terrenos del constructor en Rabasa. El concejal de Empleo en Alicante y uno de los nombres que baraja la cúpula del PP para encabezar la lista del partido en 2015, Carlos Castillo, también habló. Lo hizo, eso sí, de manera sucinta. Preguntado por las declaraciones que realizó la primera edil hace un par de semanas, cuando dijo que no sería la alcaldable del PP, el concejal se limitó a señalar: «Es muy respetable». Y cuestionado por si le gustaría a él convertirse en el cabeza de cartel popular el próximo año, apostilló: «El PP tiene 14.000 militantes y tiene dónde elegir». Nada más.
El presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, tampoco quiso despejar ayer esa incógnita. «Eso es correr demasiado», señaló a los periodistas al ser preguntado por el posible candidato del PP en 2015. A diferencia del pasado sábado, cuando se negó a valorar la situación de Castedo tras participar en un acto de partido en Sant Joan d'Alacant, el jefe del Consell sí habló ayer de la regidora. «He sido el más exigente cuando algún afiliado o miembro de corporación está en un proceso judicializado y, en especial, vinculado a un caso de corrupción. Lo hemos hecho en las Cortes, en el partido y a nivel de corporaciones locales, poniendo de manifiesto que esos comportamientos no son los que deben generar confianza en los ciudadanos», apuntó durante la inauguración del nuevo Centro Integral de Servicios de Ibermutuamur en la ciudad de Alicante.
Fabra reiteró también que en las candidaturas populares del próximo año no habrá un solo encausado en casos de corrupción. «Ningún imputado que esté en procesos judiciales va a ser candidato del PP», sentenció. Además recalcó que «a pesar de ser los propietarios del acta», los concejales y los diputados deben mantener una conducta intachable en todo momento: «La exigencia va a ser total». El también presidente regional del PP hizo una defensa a ultranza de su línea roja contra la corrupción y defendió que ha permitido devolver la confianza a los ciudadanos. «Hemos hecho un trabajo importante con la famosa línea roja, tan criticada por algunos, pero es lo que pone de manifiesto el compromiso en cuanto a dejar de lado aquellos comportamientos que no generan confianza», dijo.
