El procesamiento del alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, por un presunto fraccionamiento de contratos en el área de Comercio, competencia que el edil socialista se reservó para gestionar junto con Fiestas, supone en la práctica la ruptura del endeble tripartito que gobierna en Alicante. Si el PSPV no logra convencer al regidor socialista para que dimita y se pueda nombrar un nuevo regidor o regidora (el PSOE quiere al socialista Carlos Giménez, mientras Compromís quiere a Eva Montesinos), en Alicante se dará la triste circunstancia de que habrá más concejales en la oposición que en el equipo de gobierno donde solo quedarán los seis ediles socialistas, tras el abandono confirmado de Compromís y Guanyar. Si apenas se ha realizado gestión con un grupo de quince ediles (PSOE seis, Guanyar seis y Compromís tres), que más tarde quedaron en catorce por la expulsión de Nerea Belmonte (exGuanyar), podemos hacernos una idea de lo que puede pasar de aquí a que acabe el mandato.¿Defenderá el PSOE un estéril barbecho de año y medio, y la consiguiente parálisis para Alicante, o apostará por una nueva investidura de alcalde en la que poder contar con el apoyo de Nerea Belmonte e intentar acabar el presente mandato con cierta dignidad para enfrentar las próximas elecciones municipales? La situación es grave y el tiempo dirá.