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Xàbia

El arte de pescar erizos, en peligro

Los marineros advierten de que en tramos de costa próximos a emisarios y embarcaderos también han desaparecido los equinodermos marinos

El arte de pescar erizos, en peligro

No ha sido un buen invierno para pescar erizos. Los temporales se han sucedido. Además, días después de las tempestades, el mar sigue turbio. Esta semana, por fin, los aficionados a este arte tradicional de pesca (los «eriçons» sólo se pueden pescar con asta o corbella) han podido hacer los primeros capazos. El mar estaba en calma y el agua transparente.

Vicente Mata, un veterano pescador de Xàbia, aprovechó el jueves para salir con la barquita auxiliar del pesquero Hermanos Mata a hacer «bogamarins» (es el nombre que se le da a estos equinodermos marinos en Xàbia). Como marinero experto, ya sabe donde están los erizos. Arrimado a la rocosa costa de tosca del Muntanyar, fue extrayendo con el asta ese tesoro negro (en gastronomía, es todo un manjar) y armado de púas. «Los que conocemos este litoral sabemos dónde quedan. Han desaparecido en la zona más cercana al canal de la Fontana (es un puerto deportivo) y al emisario del puerto», reveló Mata. Estos equinodermos sólo crecen allí donde el agua es de una calidad insuperable.

Este pescador se atiene a la tradición. La pesca del erizo es totalmente artesanal. Requiere de una paciencia infinita. Solo así puede sobrevivir. Y a duras penas.

La pesca furtiva que realizaban buceadores con botellas, quienes podían sacar en una mañana cientos de ejemplares, estuvo a punto de esquilmar por completo la especie en la Marina Alta. En Dénia, en les Rotes, no quedan erizos. En Xàbia, sólo hay dos tramos litorales donde se han recuperado, el citado del Muntanyar y el de Els Pallers, en el Portitxol.

Precisamente, en Els Pallers, dos vecinos también el jueves extraían erizos. Lo hacían con el asta. En la orilla, tenían varias barras de pan para rebañar con las mollas el coral del «bogamarí». Les esperaba un almuerzo para relamerse. «También les llevaremos algunos a la familia», indicaron. Las losas de piedra de esta costa están moteadas de negros erizos. Hay, pero no se ven las concentraciones de hace décadas.

Esta especie estuvo, de hecho, en un tris de desaparecer. En 2005, el Consell aprobó un decreto que establecía una veda anual en las capturas de marzo a noviembre. Además, prohibía que se extrajeran de forma masiva, como hacían entonces los buceadores. Solo se pueden pescar a pie o desde una barca de artes menores (como la de Vicente Mata). Esa regulación ha permitido que el erizo remontase. Con todo, la policía de Xàbia sorprende cada año a furtivos que se sumergen con botellas y, en una mañana, «recolectan» hasta 600 ejemplares. Esa práctica ilegal revela que también existe venta clandestina a los restaurantes. El Ayuntamiento, en una campaña iniciada hace un año contra la pesca furtiva, involucró a la hostelería, un sector clave para acabar con el pillaje marino.

El erizo condensa el sabor del mar. Escaso y exquisito. Su coraza de pinchos guarda una golosina gastronómica.

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