El inexpugnable castillo de Dénia no estaba preparado para una conquista desde el aire. Las gaviotas patiamarillas, que en la Marina Alta se han adueñado del Peñón de Ifach y ahora colonizan los acantilados del cabo de Sant Antoni, también han asaltado la fortaleza dianense.
Durante el verano, tras acabar la cría, estas aves desaparecen de la comarca. Incluso en el Peñón, donde se cuentan a cientos, en agosto no se divisa ni una de estas escandalosas gaviotas (sus graznidos son muy estridentes). Pero al llegar el otoño han vuelto en bandada.
Estos días, al amanecer, estas aves sobrevuelan en gran número el castillo del siglo XI. Al salir el sol, se posan en las almenas hasta ocuparlas casi por completo. La imagen es entonces curiosa (también un punto inquietante): las gaviotas asemejan centinelas que vigilan el castillo. De tanto en tanto, echan todas de golpe a volar espantadas por algún ruido. Pero, al poco, regresan a las almenas e incluso se posan sobre la antena que corona el castillo y que es el punto más alto de la ciudad.
El concejal de Medio Ambiente, Josep Crespo, explicó ayer que el ayuntamiento está buscando alguna fórmula para reducir esa sobrepoblación de gaviotas en el castillo. De momento, han descartado agujerear los huevos, dado que es difícil distinguir si son de patiamarilla o de otra especie de gaviota protegida (la de Audouin, por ejemplo). Dado que el castillo es un BIC (Bien de Interés Cultural) también se ha desechado la idea de colocar pinchos o elementos disuasorios. Romperían la estética del monumento. Recurrir a vibraciones para espantar a las gaviotas tampoco es factible. «Todavía no hemos encontrado una fórmula clara, pero estamos atentos a las soluciones que puedan adoptar otros pueblos», dijo Crespo.
