Los ladrones del metal están diversificando su «negocio» ante las crecientes dificultades por hacerse con el preciado cobre de las conducciones eléctricas y de otros elementos del mobiliario urbano. Ahora las vallas metálicas se han convertido en uno de sus principales botines aunque bien saben que por la chatarra no se paga tanto en el mercado negro.
En la misma puerta de una chatarrería de Elda. Allí fue donde los agentes de la Policía Local sorprendieron in fraganti a dos jóvenes que se disponían a vender las vallas de gran tamaño que acaban de robar, supuestamente, en la obra de demolición del marginal edificio del Sapo. Eran 25 piezas de dos metros y medio de ancho que los obreros habían instalado unas semanas antes para establecer un perímetro de seguridad durante las tareas de derribo del bloque. Los ladrones las habían cortado y transportado en el techo de una furgoneta hasta la chatarrería donde podrían haber obtenido 0,15 céntimos por kilo.
Pero la rápida actuación de dos patrullas de la Policía Local abortó sus planes justo cuando estaban descargando la mercancía. Las posteriores averiguaciones con la empresa propietaria ha permitido determinar que el número total de piezas del cercado que fueron sustraídas son 43, lo que supone unos 108 metros lineales con un precio que supera los 600 euros.
Los hechos descritos se produjeron en la tarde del lunes, justo dos días después de que finalizaran los trabajos de demolición y la empresa encargada de los mismos dejara de mantener a un guardia de seguridad en la zona para evitar robos en la maquinaria empleada. Las 25 vallas recuperadas fueron devueltas ayer a la mercantil valenciana que las instaló tres semanas atrás pero nada se sabe de las 18 restantes. Además, para evitar nuevas sustracciones los operarios terminaron de desmontar al mediodía todo el cercado para ponerlo a buen recaudo.
