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Las huellas del Imperio Romano

El yacimiento del Monastil revela que Elda era la capital del Alto y Medio Vinalopó en época romana

Parcelas aterrazadas en la Torreta. Jesús Cruces

El yacimiento del Monastil de Elda es la pieza clave del Imperio Romano en el Alto y Medio Vinalopó. Era la única urbe y ejercía su poder sobre las distintas villas romanas, que se extienden desde el límite entre Caudete y Villena hasta Novelda. Así lo atestiguan los vestigios encontrados en este asentamiento, que compartieron los antiguos íberos con los romanos. Juan Carlos Marquez, arqueólogo del ayuntamiento de Elda, especifica que «cumplía funciones de ciudad».

Elda ya era en la época de la romanización la capital del interior de la provincia. Marquez explica que «tres son las claves por las que el Monastil se convirtió en la ciudad de esta zona». Los romanos analizaron su valor estratégico, su visibilidad y su ubicación en una ribera fértil junto al río Vinalopó.

Las excavaciones del Monastil, todavía en una primera fase, pero ya han aportado luz sobre la forma de urbanización de la acrópolis. Los 71 departamentos hallados se disponen alrededor dos calles. También se localizó importantes restos de alfarería así como los hornos para elaborarla. El último de los descubrimientos fue una escalinata monumental, que es el principal acceso al poblado.

El territorio

Los romanos tenían un sistema administrativo sofisticado y así, Elo -como se cree que se denominaba esta urbe- debía de rendir cuentas a Ilici (Elche), así como las villas de recreo y agrícolas cercanas acataban las órdenes de quienes mandaban en el Monastil.

Algunas de las herencias de los romanos se intuyen a simple vista como en la Torreta, carretera que une la población de Sax con Elda. El aterrazamiento de sus tierras permanece desde que los romanos llegaron y las dividieron en parcelas o centurias para trabajarlas con una producción eficiente. En este mismo municipio, en la finca de La Torre, se destapó una de las villas.

Pero no sólo queda de los romanos la compartimentación parcelaria. Durante siglos, los agricultores del Vinalopó han vivido de la explotación del cereal, la vid y el olivo, lo que se denomina la triada romana. Son productos que se cultivaban antes de su llegada, pero para el consumo propio. Con los seguidores de los dioses del Olimpo, las haciendas agrícolas empezaron a producir de forma eficiente para así contribuir al comercio global, que creó en los siglos del primer milenio la capital del mundo. Fernando Tendero, director del Museo Damaso Navarro de Petrer, destaca que «la producción agrícola evolucionó a una forma casi industrial».

De la misma manera, villa Petraria, en el subsuelo del centro histórico de Petrer, es otro de los grandes hallazgos de la presencia del imperio de Augusto en el Vinalopó. El mosaico encontrado testifica que en la ladera donde hoy se encuentra el castillo, había una villa romana de gran prestigio y una de las más ricas de la zona. Junto al mosaico, que se halló en 1975, encontraron más tarde los pilares de unas termas. Con todo ello, se fechó la construcción entre los siglos I y VI después de Cristo.

La excavaciones de las villas de Algualejas en Elda, Caprala en Petrer y Casas de Campo en Villena dan cada año más información acerca de la romanización en este territorio.

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