Su arraigo popular habla por sí solo. Son las dos procesiones más multitudinarias de toda la Semana Santa ilicitanalas dos procesiones más multitudinarias , que sacan a la calle a miles de personas en la noche del Jueves Santo. La procesión del Silencio y la del Cristo de Zalamea evidencian la devoción de todo un pueblo que sigue los pasos de las dos cofradías más sobrias de la ciudad por razones de fe, tradición o por promesas.

A una hora de la medianoche, las calles se apagan para la salida del Cristo de la Misericordia desde la basílica de Santa María. Su aparición por las puertas del templo marca el inicio de un respetuoso recorrido penitencial para el que la cofradía repartirá 10.000 velas. Así, sólo con las luces de los cirios y con el sonido de los bastones de los pilares del trono, transcurre la procesión del Silencio. «Nuestra esencia es mantener la sencillez y austeridad que nos caracteriza», apunta José María Ruiz, presidente de la cofradía, fundada en 1942.

El representante de esta entidad religiosa alaba el caluroso respaldo de vecinos que acompañan cada año a la imagen del Cristo y al centenar de cofrades que integran el paso, tanto los costaleros, como las mantillas y los portadores de luz.

«Mantenemos la participación año tras año y eso es muy importante, y, además del Ayuntamiento que colabora en el apagado del alumbrado público, hay algunos locales que también se unen a la causa», señala Ruiz.

Con ello, setenta y dos pilares portarán a hombros el trono, realizado en Sevilla en el año 2007, y la talla confeccionada en el año 1942 y expuesta al culto en el deambulatorio de Santa María.

Durante dos horas de recorrido, el silencio se adueña de las calles por las que deja su estela el paso, desde la basílica, la plaza del Congreso Eucarístico, Diagonal del Palau, puente de Altamira, Vicente Blasco Ibáñez, Blas Valero, Reina Victoria, Puente de Canalejas, Plaça de Baix, Corredora, Carrer Ample, Uberna, hasta llegar de nuevo a su templo.

Casi al mismo tiempo, la parroquia de San José se convierte en el epicentro de la Semana Santa. A las doce de la noche, comienza a partir todo un mar de fieles para acompañar al Cristo de Zalamea o al popular «Cristet». Es el desfile procesional más arropado de la ciudad y, según la cofradía, de la provincia y posiblemente de toda la Comunidad Valenciana.

Y es que, la veneración de la pequeña imagen, expuesta al culto en la portería del antiguo hospital de la Caridad, llega más que lejos. Entre 30.000 y 40.000 personas escoltan la talla del siglo XVI, según los datos que contempla la agrupación religiosa.

«El Cristo de Zalamea es un referente por los seguidores que tiene, no sólo de Elche, sino también de fuera. Viene gente hasta de Granada, por la fe que le tienen», apunta Víctor López, portavoz de la cofradía.

Con ello, la sencillez que identifica a este desfile penitencial no admite muchos cambios en la procesión. «La humildad es nuestra idea central, no tenemos bandas de música y contamos con un arreglo floral muy austero», explican desde la entidad religiosa. De esta forma, unas cincuenta personas, ataviadas con hábitos franciscanos, portan el trono cada Jueves Santo hasta la madrugada.

Los rezos también son una seña de identidad del via crucis del Cristo de Zalamea a lo largo de sus tres horas de recorrido, desde su sede, la plaza de Reyes Católicos, Santa Ana, plaça del Pont, puente de Santa Teresa, Puerta de Orihuela, San Miguel, Solares, Salvador, Troneta, Desamparados, Plaça de Baix, puente de Canalejas, Reina Victoria, Camilo Flamarión, Plaça del Pont, San José, plaza de Reyes Católicos a parroquia de San José.

Así, la cofradía fundada en 1964, que aglutina a 250 personas, seguirá manteniendo su espíritu modesto, sin cobrar cuotas a sus socios, y destinando el 25% de su presupuesto a Cáritas. La Policía Local y los bomberos son cofrades de honor del Cristo de Zalamea, desde la Semana Santa de 1966.