Noche de silencio, de sobriedad, casi de austeridad... Pocos son los elementos ornamentales que salen a la calle en la noche del Jueves Santo, no hay ostentación cuando se escenifica la muerte de Jesús y la Semana Santa cambia de tono para incidir en el recogimiento, en su esencia penitencial para quienes lo viven con fe y de respeto para quienes lo hacen desde el plano cultural. Por eso se apagan las luces de las calles y de los comercios al paso del Santísimo Cristo de la Misericordia, acompañado sólo por los golpes de tres tambores cada diez pasos y por nada menos que 10.000 fieles que recogen su vela al inicio, en Santa María, para alumbrar la procesión del Silencio; por eso se estrenó ayer una nueva megafonía en el Cristo de Zalamea, el «Pas del Cristet», para minimizar los murmullos mientras se rezan el rosario y el via crucis al ritmo que marcan los cofrades «de saco», los de hábito, repartidos por la procesión entre un río de gente que alcanza, según la Policía Local, los 40.000 fieles.

El Cristo de Zalamea retomó su itinerario de años anteriores, modificado en las últimas semanas santas para no chocar con el Silencio y optando por pasar de calles anchas a calles estrechas, algo que contribuyó a ralentizar el paso. El cortejo del Cristo, con su característica expresión serena momentos antes de morir, fue apenas la cruz guía, la bandera de la cofradía y los fieles en romería, salpicada con algunas cruces y cofrades «de saco» y de los altavoces haciendo sonar los rezos, tratando de provocar un momento de recogimiento en el que participan las monjas de la Fraternidad Arca de María y entidades relacionadas con la obra social de la cofradía.

Esa fue la cofradía más tardía, que salió a medianoche de San José, aunque en la madrugada estaban previstas la estación penitencial del Santísimo Cristo del Amor desde Salesianos y el penitencial via crucis del Santísimo Cristo de la Reconciliación desde Santa María. Pero antes, a las once de la noche y puntual, partía el Silencio de la basílica, abierto el paso por una cruz de guía y con su tradicional procesión civil, con alumbrantes y «cofrades de luz» seguidos de una segunda cruz metálica que da paso a las mantillas y al paso, una talla de Cristo crucificado sobria pero imponente acompañada por el rítmico golpeo de palos de los 70 costaleros. El río de gente tardó una hora en pasar por el mismo punto, en un ambiente de silencio que sólo se rompe por los tambores y que, a la salida y a la llegada a Santa María, se interrumpe también por el canto de saetas.

Encuentros

El Jueves Santo regala también uno de los encuentros con más seguidores, el que protagonoza el Santísimo Cristo de la Fe y a María Santísima de la Esperanza, de la hermandad de la Flagelación y Gloria en la «Procesión de la Paz». La liberación de una paloma por parte de un niño durante el Encuentro, en la Plaça de Baix, volvió a tocar los corazones del público. La participación de la asociación de Moros y Cristianos (como costaleros, mantillas y participantes) y de la asociación de Amas de Casa (como presidenta de la Virgen de la Esperanza) añadió una nota extraordinaria en una procesión que se nutre de su vinculación directa con agrupaciones sociales.

La cofradía de la Santísima Sangre de Cristo escenificó en la Plaça de Baix una reverencia de María Santísima de la Salud, portada por costaleras, al Cristo muerto ya en la cruz, y lo hizo tras llegar sobre las 21.30 horas en el sentido contrario al de costumbre, pues anoche se modificó la dirección de la procesión y se partió desde Santa María hacia San Antón, donde estaba previsto que a última hora, pasada la una de la madrugada, se leyera el sermón de las siete palabras en el exterior de la parroquia, con los tronos a los lados de la puerta.

La hermandad de la Caridad, partió de San Juan y realizó un recorrido circular, con la Virgen portada al estilo sevillano (a costal, no cargando sobre los hombros) y estrenando los bordados de las bambalinas delanteras. El trono infantil, el del Dulce Nombre de Jesús, estrenaba túnica.

Otra de las procesiones que tienen un sabor especial y que ayer pudo verse por un recorrido único en Elche es el «Pas de l'Hort», de la cofradía de la Oración en el Huerto, que porta a su imagen junto a una palmera datilera auténtica cortada expresamente para ayer de la que cuelga un ángel y en cuyas palmas se colocan tordos vivos atados por las patas. Imágenes de autor desconocido de Jesús arrodillado en el Huerto de Getsemaní y un ángel señalando se pudieron contemplar sólo ayer, pues no están expuestas al culto. El trono se trasladó como siempre con ruedas, dada la complejidad de la composición.

Hoy tendrá lugar la Procesión General y el Santo Entierro, con la participación masiva de cofradías y hermandades desde la plaza del Congrés Eucarístic, la tradicional «Trencà del Guió» en la plaça de Baix (prevista para las 22.50 horas aproximadamente) y posteriormente la vuelta de todos los pasos a Santa María.