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Los Rodríguez, una especie en peligro de extinción

Las vacaciones dejan cada vez menos hombres solos en casa, aunque las nuevas generaciones se manejan con más soltura en el ámbito doméstico

Los Rodríguez, una especie en peligro de extinción

El mito de los «Rodríguez» se encuentra en franca decadencia. Si hace algunos años era para ellos casi una tragedia la llegada de la época estival con la marcha de las esposas de vacaciones y la responsabilidad de manejar un hogarmanejar hogar, en estos momentos la realidad dista mucho del estereotipo que creó Pedro Lazaga en la década de los sesenta con la película «El cálido verano del señor Rodríguez» y que protagonizó José Luis López Vázquez.

Una de las circunstancias que está incidiendo en la reducción del número de hombres que se quedan solos en casa en verano es la crisis económica, que impide que muchas familias puedan disfrutar de unas vacaciones lejos del hogar habitual. Pero, además, en el caso de los hombres, las nuevas generaciones se manejan cada vez mejor en el ámbito doméstico y poner la lavadora o tender la ropa ha dejado de ser un drama.

Pero no sólo los hombres se quedan en ocasiones de «Rodríguez», sino que también algunas mujeres, las menos, atraviesan este tipo de circunstancias en la época estival.

Buen ejemplo de esto es el caso de Mercedes Ribes, que pasa cada verano una media de quince días sola en Alcoy. Ella, funcionaria de administración en la Seguridad Social, y su marido, bombero, no coinciden casi nunca para descansar unos días juntos. Si bien alguna vez han tenido la oportunidad, «hemos cogido meses diferentes», ya que de este modo «nuestros hijos han estado todo el verano con nosotros».

El esposo de Mercedes está en Oliva junto a sus dos hijos. Ella se levanta cada mañana y acude a trabajar. Gracias a su trabajo dispone de las tardes libres, por lo que estos días los aprovecha para «arreglar cosas en casa que durante el año no tengo tiempo»; como por ejemplo, organizar armarios. La mayoría de los días cocina y come sola.

Una de las tareas que habitualmente no realiza, y que estos días no le queda más remedio que ponerse manos a la obra, es cocinar. Mercedes reconoce que en su casa es su marido «el que hace la comida», pero que al estar ella sola muchas veces «me preparo cualquier cosa». El viernes a mediodía Mercedes coge la maleta y pasa el fin de semana en Oliva, junto a su familia. «Cuando eran pequeños iba algún día entre semana, pero desde que son mayores solo voy los fines de semana».

José María Muela también ha ejercido de «Rodríguez» durante el mes de julio, ya que mientras acudía a la gasolinera en la que trabaja en Elche, su mujer -que forma parte de la plantilla de la Universidad- se marchó de vacaciones al campo con los niños. «La comida no es problema: algún bocadillo, un huevo frito o unos spaghettis. Las tareas domésticas tampoco las llevo mal, no queda más remedio que poner la lavadora o el lavavajillas. Lo peor es la plancha, eso sí que se me resiste, así es que no lo hago».

Quien tampoco es un «Rodríguez» al uso es, a pesar de su apellido, Antonio José Rodríguez, un joyero que trabaja en Santa Pola y cuya familia veranea en La Manga. «Cuando mi mujer no está en casa me apaño bastante bien porque tengo costumbre de ocuparme en parte de la casa. Lo de comprar, lavar la ropa u ordenar la casa es coser y cantar, aunque es cierto que cuando tienes que hacer tareas domésticas te das cuenta que no son tan fáciles y que es complicado llevar una casa».

Tanto Mercedes como Antonio José y José María reconocen que cuando las familias se marchan de vacaciones echan de menos tanto al cónyuge como a los hijos, aunque también se atreven a confesar que la soledad de unos cuantos días tampoco viene mal.

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