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El ADN de la nueva sociedad

«Capitalismo de casino». El diagnóstico es de los autores del «Informe sobre el Estado Social de la Nación», que alertan de que se está configurando una nueva sociedad dual instalada en la precariedad

El ADN de la nueva sociedad héctor fuentes

Los seres humanos mutan. A lo largo de su vida experimentan numerosas mutaciones en el genoma de sus células, aunque solo una ínfima parte de estos cambios afectan a las células germinales y quedan fijados en el genoma de la especie. Es su nuevo ADN. Las sociedades también cambian. Hay transformaciones volátiles, pasajeras, que no cuajan. Pero el ADN de esta sociedad postcrisis ha incorporado cinco mutaciones: pobreza estructural, más riesgo de exclusión social, precariedad muy extendida, incremento de las desigualdades y falta de oportunidades de movilidad social. Estos rasgos ya están en su nuevo genoma, al margen de los vaivenes económicos y los datos coyunturales.

A esta conclusión llega un amplio estudio titulado de manera perspicaz: «Informe sobre el Estado Social de la Nación 2017». Lo han elaborado profesionales vinculados a los servicios sociales: trabajadores sociales, psicólogos, sociólogos, educadores y abogados que ocupan la dirección o la gerencia de las instituciones, los centros y servicios del ámbito de los servicios sociales.

Son los que están al pie del cañón. Los que lidian cada día con el deterioro social. Su crítica es contundente. No solo por los datos recopilados y puestos en perspectiva. Los testimonios y aportaciones de los profesionales implicados advierten de lo que están percibiendo. Un incremento en los problemas de salud mental. Más dificultades en la convivencia familiar. La callada soledad que alancea a millones de personas, algunas muy vulnerables, minándolas por dentro día a día. Los problemas de subsistencia de tantos hogares. Y quizá el asunto más preocupante: «La cronificación de las situaciones de pobreza y exclusión social y su carácter transmisible entre generaciones por la falta de oportunidades y la ausencia de movilidad social», alertan.

La pobreza inquieta, pero la pobreza estructural alarma. Se ha pasado de la emergencia social a un enquistamiento del problema. Uno de cada tres valencianos está en riesgo de pobreza. Son algo más de 1,6 millones: seis puntos y medio más que en 2009; cuatro puntos más que la media estatal y diez más que la europea. La pobreza extrema ya afecta al 8% de los valencianos. Sus hogares sobreviven con menos de 332 euros al mes. La renta se ha desplomado: cada valenciano ingresaba 10.500 euros al año en 2009. En 2015, la renta media ha caído a menos de 9.100. Son 1.400 euros menos por persona.

La catarata de cifras es enorme. La del paro, por ejemplo: es del 19,2% en la Comunidad Valenciana, según la EPA. Sí: alcanzó el 28% hace tres años, pero aún sigue lejos del 7,7 % de 2006. Pero quizá más interesante, por lo telúrico de sus efectos, sean otros aspectos que pone de relieve este informe. España fue, tras Chile y Polonia, el país con más temporalidad de toda la OCDE en 2015. El año pasado acabó con el 27% del total de contratos como temporales. El 15% de las jornadas que se realizan son a tiempo parcial. Moraleja: «Lo que las estadísticas reflejan como una reducción del número de desempleados es, en buena medida, consecuencia de la precariedad laboral, contratos de muy corta duración o de un número de horas reducidas, que no aportan estabilidad ni ingresos suficientes a sus titulares», señala este informe. Con dos codas.

Una: hay que añadir los miles de jóvenes emigrantes que escapan al extranjero ante el panorama dantesco, con el 46% de los menores de 25 años en paro en la Comunidad Valenciana, justo el triple que hace once años. Y dos: los salarios se deterioran. Revelan los datos de la Agencia Tributaria que los ingresos del 34% de los asalariados españoles están por debajo del Salario Mínimo Interprofesional. Y que la mitad de asalariados españoles (8,2 millones de personas) no alcanzaron los mil euros mensuales en sus nóminas. Son los trabajadores pobres: el lumpemproletariado 2.0.

Las cifras, mucho más voluminosas, dejan paso a una interpretación del informe. De cómo cala la precariedad en la mente de sus víctimas. «La precariedad produce miedo, y el miedo es excesivamente conservador y explica muchas de las reacciones de la sociedad de identificación con sus explotadores, de fragmentación social y el auge de los populismos xenófobos». De ahí la amenaza que acarrea la precariedad, hija de unos padres llamados inestabilidad en el empleo, bajos salarios y desprotección social.

¿Y qué es la precariedad? Por ejemplo esto: que el 42% de valencianos no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos. Están en la «inseguridad permanente». Los autores cierran el diagnóstico. «Instaladas en el miedo, las personas, la sociedad, viven una especie de Síndrome de Estocolmo, en el cual las víctimas asumen un papel de identificación con sus verdugos, una especie de reacción psicológica de sumisión, de compresión e identificación con ellos, confiando en no agravar más la situación en la que se encuentran, cuando no ven ninguna salida».

Es uno de los pilares de la radiografía que ofrecen los responsables de los servicios sociales. No se mide en datos ni porcentajes. Se ve en la mirada, se nota en los suspiros. Ellos lo han comprobado. Cada vez es más la gente que no vive, sino que sobrevive. Que el hoy no le deja pensar en mañana. «Para la inmensa mayoría de la población, el futuro, simplemente, no existe, y toca aferrarse a cualquier alternativa que nos permita vivir el día a día», destaca el informe. A muchos les han robado el futuro, advierten. Al acabar 2016, casi la mitad de los parados valencianos (el 43%) llevaba más de dos años buscando trabajo. Sin futuro ni presente, a veces solo queda pasado.

Las cifras regresan para dibujar una sociedad partida por la mitad. Pero no en dos mitades iguales. Es la huella de la desigualdad, que se ha ensanchado con la crisis. «El 1% de la población española con mayor patrimonio acapara el 27,4% de la riqueza del país, mientras que el 20% más pobre se queda con un exiguo 0,1%», recoge el informe. Las tres personas más ricas tienen el equivalente al 30% más pobre. El 1% más rico tiene casi tanto como el 80% más pobre. Son datos de Intermon Oxfam. España ha sido el país de su entorno donde más se ha ensanchado ese índice de desigualdad. Los responsables de servicios sociales advierten de una derivada: «La falta de movilidad social, asociada a las grandes desigualdades, producen desmotivación y falta de dinamismo en la sociedad».

¿Y dónde está el colchón? Los afectados desgranan con datos un «desmantelamiento» de las políticas sociales. Una externalización parcial: de la Administración a las ONG. «La beneficencia, con su desprecio por la dignidad humana, con su exhibicionismo impúdico de campañas y recogida de dinero, ropa y alimentos para 'los más necesitados', vuelve del pasado para sustituir los avances del Estado del Bienestar. Para retornar -avisa con tono crítico el informe- a una sociedad de pobres y ricos, como orden natural de las cosas». Una vuelta atrás, mutatis mutandis, en el genoma social.

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