El mercado laboral ofrecerá más oportunidades en la próxima década. Simplemente se trata de una cuestión meramente demográfica, de relevo generacional sin más. La elevada cifra de jubilaciones coincidirá con la caída en el número de menores de 35 años. En el peor de los casos, se crearán 7,2 millones de empleos; en el mejor, 9,7 millones; en un escenario neutral, 8,9 millones. Ahora bien, no todos tendrán las mismas probabilidades a la hora de encontrar trabajo: los jóvenes sin estudios seguirán fuera del mercado laboral al menos hasta 2025. Serán los más cualificados, porque tengan estudios universitarios o FP superior, junto a conocimientos efectivamente adquiridos, los que tengan más opciones. Se acentuarán de este modo las desigualdades laborales ya observadas en los últimos años, coincidiendo con la crisis. Así se desprende del estudio «La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros», promovido por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), y elaborado por Lorenzo Serrano y Ángel Soler.

De entrada, el informe deja claro que los jóvenes con estudios postobligatorios, sea Bachillerato, FP o universitarios, tienen más probabilidad de estar ocupados que los que sólo cuentan con estudios primarios o de Secundaria. Sin embargo, alerta de que no sólo es una cuestión de años de formación y de un diploma sin más. También cuentan, y mucho, las destrezas y conocimientos adquiridos realmente. La conclusión es muy clara: es importante la formación, más aún la superior, pero también el buen aprovechamiento educativo. El informe no deja espacio para la duda: las oportunidades para quienes sólo completen la educación obligatoria se reducirán hasta el 2,2%, mientras que los que tengan formación superior -universitaria o profesional- podrán acceder al 58,4% de las ofertas. Ya no es sólo cuestión de que los que menos formación tengan también tendrán menos puertas abiertas, sino que, en el escenario más pesimista, incluso se destruirán empleos elementales.

El aumento del empleo neto, en este sentido, se concentrará en los próximos años en puestos que requieren mayor cualificación, como directores y gerentes, técnicos y profesionales científicos e intelectuales, o técnicos y profesionales de apoyo, con tareas que acapararán el 73% de los empleos. Por contra, el informe augura que se reducirán en 250.000 los puestos puramente administrativos por la creciente automatización de las tareas, y continuará la tendencia a la reducción en el sector primario y en el público.

Por ello, el estudio incide en que la clave está en la formación. Sí, es cierto que el documento admite que los jóvenes españoles de hoy en día son los más preparados. Tienen los niveles de estudios más altos de la historia de este país y sus competencias son mejores que las de las generaciones precedentes. Sin embargo, esto, por sí solo, no es suficiente. Los jóvenes están mejor que sus mayores, pero peor que el resto de jóvenes de países de la OCDE. Los conocimientos efectivamente adquiridos por las personas de entre 16 y 24 años se sitúan 16,2 puntos por debajo de la OCDE. La situación es tal que, según el documento, en bastantes casos sus competencias están muy por debajo de las que deberían poseer por su nivel de estudios. Eso lleva a que haya mucho de lo que denominan «sobrecualificación aparente»: uno de cada dos jóvenes que, en teoría, están sobrecualificados y ocupan puestos que no requieren estudios superiores tienen un nivel bajo o medio-bajo de competencias, mientras que los que tienen un nivel más alto de conocimientos reales suelen ocupar puestos acordes a su titulación.

Ante ello, sólo es posible encontrar solución en el sistema educativo, alertan. Por un lado, hay que trabajar en reducir las elevadas tasas de abandono educativo, para lo que los investigadores creen que sería clave impulsar los estudios de FP y la pronta orientación curricular de los alumnos, junto a una mejora de la calidad del sistema educativo. No en vano, el estudio avisa de que las deficiencias en la preparación se dan en todos los niveles, también en preescolar, que es donde deben sentarse las bases del aprendizaje. A partir de ahí, y para los ya titulados, la salida pasa sí o sí por la formación continua.

Sea como sea, el documento incide en que, entre la generación «nini», los que ni estudian ni trabajan, son una minoría los que no buscan empleo: un 7% de personas entre 18 y 24 años, y si se excluye a los que cobran alguna prestación, hacen voluntariados o se dedican a labores del hogar, las cifras caen hasta el 1,5%, con 50.000 jóvenes. Sentencia así el estudio que el problema de los «ninis» es que no encuentran trabajo pese a que lo buscan, y que el lastre es que el 60% de ellos no tiene formación superior y tampoco sigue formándose.