Comprobar que no falte nada, el estado en que se encuentra todo el patrimonio y, además, que todo esté en el lugar que le corresponde. Es decir, que, por ejemplo, no se haya quedado ninguna obra de arte en las sedes que ahora ocupa el Sabadell. Ésa fue la primera tarea que ayer encomendó el patronato de la nueva Fundación Caja Mediterráneo tras constituirse formalmente y elegir a sus cargos.

Como estaba previsto, el exsecretario autonómico de Turismo Matías Pérez Such repite como presidente, tras ocupar este mismo cargo en la gestora que se ha encargado de poner en marcha la fundación; mientras que el empresario murciano Clemente García y la exedil benidormense y profesora de Derecho del Trabajo, Irene Bajo, ocuparán las vicepresidencias. El abogado Rafa Simón, que no es patrono, será el secretario.

El responsable de realizar este exhaustivo inventario que se encargó ayer será el abogado y exsecretario autonómico de Comercio Luis Boyer, que también tendrá como misión actualizar las tasaciones de los distintos bienes que componen el patrimonio de la fundación. Se trata de una tarea difícil dado que la antigua Obra Social de la CAM acumulaba nada menos que 39 inmuebles, que van desde la Casa Museo Modernista de Novelda o el Museo Azorín de Monóvar hasta varios locales comerciales o las distintas «aulas» que la caja tenía por todo su ámbito de influencia. A ello hay que añadir más de 3.900 obras de arte y 194.000 volúmenes, con legados como los de Jorge Juan u Óscar Esplá.

El objetivo principal es cerciorarse de que no se ha extraviado nada durante el tumultuoso proceso que ha vivido la CAM hasta acabar transformada en una fundación pero también saber cuál es exactamente la situación de partida de esta nueva institución. También se quiere conocer si son necesarios trabajos de restauración o de mantenimiento y ver cuáles son prioritarios.

La disputa por la marca

Dentro de esta amplia tarea, Boyer también tendrá un encargo muy específico: el de aclarar si el Sabadell debe abonar alguna cantidad por la utilización de la marca «CAM». Como ya informó este diario en junio del año pasado, los anteriores responsables de la entidad decidieron que los nombres, logotipos y denominaciones se quedaran en la caja cuando el negocio financiero se segregó al nuevo Banco CAM. Sin embargo, los administradores designados por el FROB cambiaron las escrituras para cedérselas al banco catalán, según admitió el propio José Antonio Iturriaga en su comparecencia en las Cortes Valencianas. La fundación quiere estudiar si el cambio fue legal o se puede revertir la situación.