El universo interior y la proyección exterior de José Martínez Ruiz Azorínse acercan al público en una muestra instalada desde ayer y hasta el 11 de noviembre en la Diputación de Alicante con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. Azorín, la fama póstuma es una propuesta expositiva inédita alrededor del escritor de Monóvar que trae al palacio provincial de Alicante muchos de los objetos personales que descansan en la Casa Museo de su localidad natal y reúne una original galería de retratos del autor de Campos de Castilla, entre otros elementos.

La sala de exposiciones acoge en su nave principal los retratos que de Azorín realizaron artistas como Zuloaga durante su exilio en París en 1938 -facilitado por la familia Méndez de Vigo-Caro- o el de Daniel Vázquez Díaz -procedente de las Escuelas Pías de Madrid-, pero también se muestran dibujos de Ricardo Baroja, pinturas de Adelardo Parrilla o Rafael de Penagos y esculturas en acero de Eusebio Sempere y en bronce de Sebastián Miranda.

Uno de los rincones más atractivos para el espectador será la recreación de su despacho, con el escritorio y la máquina de escribir Underwood que utilizaba para sus textos -hay numerosos mecanuscritos originales, desde apuntes sobre Gary Cooper para su libro El cine y el momento hasta Judit, la primera obra de teatro que escribió en 1925, con anotaciones a mano, o Memorias inmemoriales-, así como un mueble estantería con algunos de los 18.000 libros que poblaban su biblioteca personal, la lámpara o el perchero.

Todo ello procedente de la Casa Museo de Monóvar, cuyo director José Payá es comisario de esta muestra con Ramón Llorens, perteneciente a la Fundación Caja Mediterráneo. A ella pertenecen también los guantes, sombrero y lentes del escritor y periodista que se muestran y un nutrido grupo de libros de otros autores dedicados, varias «joyas» de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Valle-Inclán, Leopoldo Alas Clarín o correspondencia de Pío Baroja, de las 35 cartas que el escritor vasco envió al de Monóvar.

Una pieza curiosa es una botella de fondillón que se expone en la sala. Una edición extraordinaria y numerada, embotellada por MGWines y Bodegas Monóvar, de una cosecha especial de 50 años de antigüedad que procede de un tonel de la familia de Azorín que Salvador Poveda adquirió en 1947. Es la primera botella en España cuya etiqueta consiste en un pequeño libro que cuenta la relación de Azorín con los viñedos de su tierra, cuyos paisajes cuentan con una sección específica.

También se proyecta el documental "Azorín, la imagen y la palabra", elaborado por el departamento de Imagen de la Diputación de Alicante, que se emitirá el próximo 20 de noviembre en el programa "Imprescindibles" de TVE.

A juicio del presidente de la Fundación Caja Mediterráneo, Luis Boyer, la Casa Museo Azorín puede servir de modelo para mostrar al público los legados de otros alicantinos ilustres pertenecientes a la fundación y solo accesibles a los investigadores, de momento, como Gabriel Miró y Óscar Esplá.

Tanto Boyer como el diputado de Cultura, César Augusto Asencio, destacaron la figura «poliédrica» de Azorín que queda reflejada en esta muestra «variopinta» que refleja las múltiples facetas del monovero, que no solo fue novelista, ensayista y autor de cuentos, sino también periodista, cronista parlamentario, autor teatral y gran cinéfilo. Como señaló ayer José Paya, la obra de Azorín «no solo ha sobrevivido cincuenta años después de su muerte sino que está muy lozana».