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Fallece el poeta de Onil Carlos Sahagún

El alicantino fue uno de los miembros más jóvenes de la Generación del 50

Sahagún y el poeta Ángel Pariente, en la Puerta del Sol durante el 15-M.

El poeta de Onil Carlos Sahagún, uno de los autores destacados de la Generación del 50, falleció el pasado 28 de agosto a los 77 años tras una larga enfermedad en Madrid, donde residió la mayor parte de su vida. Estaba casado con Marisa Marazuela, tenía dos hijos -Pablo y Miguel- y cuatro nietos.

Poeta precoz y autor de una obra breve pero intensa, Sahagún recibió el Premio Adonáis en 1957 tras deslumbrar con Profecías del agua y en 1980 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de poesía por su última obra, Primer y último oficio. Retirado de la publicación y del mundo literario prácticamente desde entonces, aún escribía poemas que compartía con sus amigos e incluso reunió algunos de ellos en un libro de edición reducida para una decena de personas, Versos escogidos, en el año 2000, como señaló ayer el profesor alicantino Cecilio Alonso, amigo suyo desde su juventud.

Carlos Sahagún (Onil, 1938) es considerado por los estudiosos como un gran poeta, «hondo, profundo e intenso», uno de los poetas claves y más jóvenes de una generación, la del medio siglo XX, protagonizada por los «niños de la guerra» como Carlos Barral, José Manuel Caballero Bonald, Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente o Claudio Rodríguez. Sahagún apenas tenía dos años cuando estalló la Guerra Civil, pero su poemario Profecías del agua obtuvo el Premio Adonáis en 1957, cuando él tenía 19 años. Hubo un libro anterior editado en Alicante por el modesto sello Silbo en 1955, Hombre naciente, «repudiado por él mismo», según señalan Cecilio Alonso y el escritor y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Alicante Ángel Luis Prieto de Paula.

Tras el Adonáis escribió Como si hubiera muerto un niño (1961), Premio Boscán 1960; Estar contigo (1973), premio Juan Ramón Jiménez 1974; En la noche (1976); Memorial de la noche, una compilación de su obra con algún poema nuevo (1976), Primer y último oficio (1979), Premio Nacional de Literatura en 1980 y Las invisibles redes (antología amorosa) en 1989.

Para Prieto de Paula, Sahagún fue un autor «absolutamente espléndido, estéticamente es un poeta excepcional y con un sentido del oído extraordinario», que dedicó buena parte de su poesía «a la posguerra, a la España de los perdedores, con poemas evocativos del niño que fue». Sin adornos ni ornamentos, fue un poeta «muy hondo, no difícil, pero hondo», y su último libro Primer y último oficio, es «de un pesimismo existencial atroz, de musicalidad perfecta y muy austero, nada vocinglero», manifiesta.

En este punto, Cecilio Alonso traza un paralelismo entre la figura de Sahagún y la de Rafael Chirbes, fallecido recientementeRafael Chirbes, al reflejar la descomposición del sistema en el que se depositaron tantas esperanzas con la Transición. «No soportó la pérdida de valores de la izquierda a partir de 1977, ni la deriva materialista de una sociedad cuya desolación estaba muy próxima, desde otra perspectiva creadora, a la de un Rafael Chirbes», aporta Alonso, para quien lo extraordinario en Sahagún es que «asumió antes de cumplir los veinte años la voz de los despojados en su doble dimensión personal e histórica, que permitía una interpretación del texto como elegía existencial de la edad de la inocencia, pero también como identificación con las ilusiones que brotaron en la juventud de la Segunda República». En ese despertar de la conciencia colectiva, agrega, fue decisiva su amistad con el también poeta alicantino Manuel Molina.

Para el escritor y poeta José Luis Ferris, casi todos los escritores de la Generación del 50 publican a una edad madura «y él empieza con 18 años», además de ser un poeta «que concilia y tiende puentes con la generación anterior y no se distancia de la siguiente, un poeta en la frontera, como dice Prieto de Paula, con quien intentamos publicar su obra completa en el Gil-Albert y él mismo se opuso». Para Ferris, fue un poeta «profundo y denso que tiene un tema esencial, la infancia, vinculada a la historia colectiva de la posguerra española. Un poeta clave de la poesía española y el mayor de la provincia después de Miguel Hernández».

José Carlos Rovira, catedrático de Literatura Hispanoamericano de la UA, destacó de Sahagún «su poesía entre la intimidad y la memoria del país. Primer y último oficio fue un libro excepcional que puso delante lo que acababa de suceder en el país».

El desencanto de Sahagún le llevó a dejar de publicar y a desaparecer del escenario literario muy pronto. «Su voz, que fue de la esperanza al desencanto, se apagó voluntariamente con el siglo XX», concluye Cecilio Alonso.

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