Se arañan ante el irrespetado público pero se quieren y hablan idéntico idioma en la intimidad. Discuten y se distancian aparentemente, por exigencias del guion, aunque forman parte del mismo árbol.
Unos, inundados por las diferentes fórmulas de corrupción y con una manera de gestionar el Gobierno a espaldas de la ciudadanía, y otros, los elegidos por las élites empresariales, que se echaron a la arena nacional para echar un capote al torero Mariano, en apuros, y a la causa eminentemente conservadora.
Robaron algún puñado de votos con la idea de devolverlos en el instante más propicio… Y ahora suben la frente por sus resultados en los comicios catalanes y en función de las correspondientes encuestas. En cualquier caso, la cuestión sigue siendo la misma. Poner a buen recaudo la causa eminentemente conservadora. De un modo u otro.
Los padres de las tramas corruptas señalan con el índice a Rivera por presunta financiación irregular. ¿Diversas maneras de financiación irregular, “errores administrativos” o simple cortina de humo para tapar vergüenzas los de la caja B, entre otros muchos ejemplos significativos con 900 cargos, tesoreros y varios expresidentes de Madrid investigados?
¿Financiación irregular o ventilador en órbita para desviar la atención mediática? ¿Financiación irregular o lanzamiento de barro para salpicar al vecino y disimular sus propias y grandes manchas? La contienda sigue, y la cuestión sigue siendo la misma. Poner a buen recaudo la causa eminentemente conservadora. Ganen el combate los unos o los otros.
La compañía de comedias populares, en plena crisis interna, continúa con la comisión que investiga en el Senado la financiación de los partidos, gracias a su mayoría absoluta en la Cámara Alta, ese plácido lugar donde están en nómina un club de ociosos con canas o sin ellas.
A esto hay que añadir los incumplimientos del pacto de investidura entre PP y el voluble y oportunista Ciudadanos. ¡Es la guerra! Pero, pase una u otra cosa, la cuestión sigue siendo la misma. Poner a buen recaudo la causa eminentemente conservadora y defender la “estabilidad” por la buena marcha de la economía, como los trabajadores, parados y pensionistas conocen muy bien.
La ética, la transparencia y la buena gestión son evidentes. ¿Evidentes? La “normalidad política” funciona, y la mejoría de los españoles prospera… ¿Alguien es capaz de negarlo? Pues eso.
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