La magia y la ilusión colmaron las calles de Benidorm durante la noche de ayer. La visita de Melchor, Gaspar y Baltasar a la capital turística de la Costa Blanca despertó el entusiasmo de los más pequeños que, desde primera hora de la tarde, aguardaban en el centro de la ciudad la llegada de sus Majestades. Y Benidorm les recibió por todo lo alto. Un espectáculo de luz y sonido les dio la bienvenida en su entrada triunfal a la plaza de la Navidad, frente al Ayuntamiento, una vez concluida la Cabalgata que recorrió el corazón de la ciudad desde el parque de Elche hasta la plaza SS. MM. Los Reyes de España pasando por la avenida Almendros y Ruzafa.

Al tradicional castillo de fuegos artificiales, que cada año se dispara frente al Ayuntamiento con motivo de la llegada de los Reyes Magos de Oriente, este año se sumó un espectáculo de luz y sonido basado en la Suite de los Reyes Magos de Francisco José Rovira Peretó que vino a poner la guinda al pastel. Un final mágico para una tarde de fantasía.

Un desfile de cuento

Así, desde las 18.00 horas, el centro de la ciudad se sumergió en una ola de ilusión. Pequeños y mayores esperaban ansiosos el inicio de la Cabalgata que no defraudó. La estrella de la Navidad encabeza el desfile en el que participaron cerca de 700 personas y representaba una historia que a su vez iba siendo narrada desde la carroza del Sabio y desde la megafonía en la Plaza de la Navidad. Para que nadie se perdiera ni un solo detalle, el Ayuntamiento repartió miles de cuentos editados para la ocasión.

La marcha de la centuria romana, interpretada por los Armados de Orihuela, precedieron a la aparición del malvado Herodes. Tras el rey de Judea, un Belén viviente, a cargo de La Barqueta, hizo las delicias de los presentes para dar paso a pastores, ganaderos, labradores y artesanos acompañados por sus animales de tiro, ocas u ovejas, entre otros.

Un zoco oriental con más de 3.000 kilos de dulces anunciaba la llegada de la carroza de sus Majestades, que durante algo más de dos horas y media lanzaron caramelos a todos aquellos que se acercaron a darles el recibimiento.