Santa Pola ha sufrido este verano, más de lo habitual, los estragos de unos temporales de viento y lluvia más propios del invierno, y que debilitaron las costas urbanas en primavera, justo antes de la temporada alta. Esto provocó que las calas de Santiago Bernabéu lucieran con mucha menos arena de la habitual. No obstante, en las playas no urbanas de la villa marinera, donde se dejan los restos de la posidonia oceánica, la planta marina más reconocible del Mediterráneo, y muchas veces confundida con un alga, sus costas han aumentado hasta en un 30%.

Esta planta marina es parte de un estudio en el que han colaborado el CIMAR y el Consistorio de Santa Pola y que está en marcha desde 2015. El trabajo desvela que dejar los arribazones de la posidonia en las playas contribuye a la regeneración del litoral y a una mejor salud de la costa. Los resultados reflejados hasta el momento son la consecuencia de los trabajos desde noviembre de 2015 con cuatro playas de la villa para realizar un muestreo.

Los resultados revelaron que las playas que no se despejaron han crecido hasta un 30% más que las otras, urbanas, en las que incluso se ha perdido territorio. Los restos que se depositaron en el litoral se acumularon en el área de Vatasa y sus inmediaciones, resultado de una situación inusual después de los temporales y las lluvias torrenciales que ocurrieron entre diciembre y enero y que dejaron a la costa muy castigada. Este año los daños fueron más grandes y rompieron el colchón protector preparado desde octubre.

Esta planta marina fue, además, objeto de otro experimento del Cimar, que ayudó a sellar el vertedero de escombros de Santa Pola tras unas intensas lluvias a finales de 2016.

Un estudio del Centro de Investigación Marina probó la capacidad de absorción de esta planta acuática de cara a evitar filtraciones en instalaciones.

El proyecto de investigación se llevó a cabo en el vertedero de escombros de «La Cantera» en la villa marinera. Los experimentos realizados simulaban lluvias puntuales de hasta 200 litros por metro cuadrado, pero tras las intensas precipitaciones del temporal que bañó Santa Pola en diciembre se pudo comprobar en situación real la estabilidad y capacidad de absorción de la posidonia después de meses de intensa sequía. Los investigadores verificaron la fijación de los taludes y su firmeza sin que se produjera erosión alguna en dichos montículos cubiertos por las hojas de posidonia.

Esta iniciativa es fruto de una investigación que desarrollan los científicos de la Universidad de Alicante adscritos al CIMAR. El investigador Alfonso Ramos espera, como fin último de este experimento, incrementar el potencial de conservación del litoral mediterráneo incorporando la arena separada de las algas, rica en nutrientes, a ecosistemas costeros.En esta primera fase se procedió al sellado y clausura del vertedero de Santa Pola, pero en las sucesivas se prevé estudiar la eficacia de las soluciones validadas en otras zonas de la geografía litoral mediterránea, creando sinergias en materia de investigación con otros países.

Además, en las costas santapoleras donde permanece la posidonia, la vida animal es diez veces superior a las playas donde se actúa y se han convertido en un refugio para el correlimos, un ave limícola protegida y que se alimentan y anidan en las playas elegidas para este proyecto.