La posidonia oceánica, la planta marina más reconocible del Mediterráneo, y muchas veces confundida con un alga, es el centro de un estudio en el que han colaborado el CIMAR y el Consistorio de Santa Pola. El trabajo desvela que dejar los arribazones de la posidonia en las playas contribuye a la regeneración del litoral y a una mejor salud de la costa. El rizoma es «el mejor regalo de la naturaleza», para Alfonso Ramos, quien ha dirigido el proyecto ambiental que sigue en marcha. Los resultados mostrados son la consecuencia de los trabajos entre noviembre de 2015 y mediados de marzo de este año. En él se han elegido cuatro playas de la villa para realizar un muestreo.

Trabajo

Dos de las playas se encuentran en el núcleo urbano, en las calas de Santiago Bernabéu y las otras dos se encuentran en la zona del Cabo, muy próximas al centro del CIMAR. En dos de ellas se realizaron las labores de limpieza de los arribazones de posidonia oceánica, tal y como es la tónica habitual, y en las otras dos se dejaron sin limpiar. Al cabo de estos meses los resultados revelan que las playas que no se despejaron han crecido hasta un 30% más que las otras, en las que incluso se ha perdido territorio. Además, la vida animal es 10 veces superior a las «limpias» y se ha convertido en un refugio para el correlimos, un ave limícola protegida y que se alimenta y anida en las playas elegidas.

Los resultados del estudio son preliminares y se seguirá trabajando a lo largo del año para comparar resultados. Durante la época estival sólo seguirá el muestreo en una de las playas del Cabo. Los siguientes pasos del estudio van a ir dirigidos a seguir mensualmente los cambios de anchura y longitud de las costas y el análisis de los sedimentos de las playas, con más capas que las barridas.

Ecosistema que peligra

Ramos advierte de los perjuicios de perder la planta en nuestras costas. Ésta retiene sedimentos, evita los perjuicios de los grandes temporales y sus praderas constituyen el hábitat de miles de especies marinas. Además, oxigena el agua de un mar bastante cerrado.

El director del CIMAR advierte de que «el día que desaparezca la posidonia habrá que preocuparse». Y es que corre peligro con las subidas de nivel del agua y de las temperaturas. «En los últimos cinco años la temperatura de nuestro mar ha subido un 0,2%», apunta.

Eso, junto a los vertidos o la construcción de puertos deportivos, ha hecho que el 38% de las praderas hayan desaparecido.