Paco Camarasa (Alcoy, 1963) es de los que siguen llamando tebeo al cómic porque no encuentra grandes diferencias entre las viñetas del justiciero del antifaz con las que se crió y las últimas que ha editado, por ejemplo, del Capitán Torrezno de Santiago Valenzuela. «Para mí es lo mismo», afirma sin rastro de duda este editor de 50 años afincado en Tibi, que dirige desde Castalla la mayor editorial especializada en cómic independiente de la Comunidad Valenciana, Edicions de Ponent, un refugio para los autores y dibujantes nacionales desde 1995, creada inicialmente en Valencia bajo el nombre de Ediciones Joputa, y reconvertida en De Ponent en el 98.

«Entonces ya nos llovían los primeros premios y nos aconsejaron que cambiáramos el nombre», ríe este editor, que estudió antes Periodismo y Administraciones Públicas y disfrutó de una beca Fulbright en Harvard, que trabajó en el Parlamento Europeo y en TVE y que dejó su plaza de profesor universitario para crear junto a su amigo el galerista McDiego la editorial, que se constituyó como una comunidad de bienes con una inversión de 2 millones de las antiguas pesetas. Es decir, lo dejó todo «por amor a esta adicción».

«Yo de pequeño era lector de Pumby, de Jaimito, y luego pasé a lo que llaman ahora la novela gráfica y era fan de El Guerrero del Antifaz de Manuel Gago, aunque entre mis favoritas hoy están Sólo para moscas y Veinticuatro horas de Micharmut, que creo que es el gran desconocido del tebeo español», explica Camarasa, quien recuerda que tras la época dorada de las historietas en los años 80, la industria del tebeo en los 90 «cae en picado y pasa por momentos muy críticos: está invadida por el manga y el súper héroe americano y no se hace caso a los autores de aquí. Se ninguneaba a nombres de gran talla como Sento o Miguel Calatayud, que van desapareciendo del mercado».

En esa coyuntura, y cuando muchos pensaron que las editoriales de tebeos llegaban a su ocaso, no es raro que a Camarasa y McDiego les llamaran «los francotiradores» del cómic cuando decidieron poner en marcha su editorial. «Fuimos precursores en el fenómeno de las editoriales independientes del país, que se dan en el extrarradio de España, como en Bilbao, Palma de Mallorca o Sevilla», relata Camarasa, cuyo propósito era rescatar para el tebeo a autores de la línea clara dejados de lado por editoriales de tebeos como Norma, Glenat o Planeta, «que en ese momento se dedicaban a Marvel, al tebeo de fuera y al manga», aprecia.

Con ese objetivo, y con el de dignificar el cómic para que, tras haber abandonado el quiosco, éste no fuera solo un producto exótico de tiendas especializadas, sino que compitiera en las librerías generalistas, «empezamos a aglutinar a lo mejor de los autores nacionales -los valencianos Sento y Micharmut, Pere Joan (Mallorca), Max (Barcelona) o María Colino (Madrid), entre otros. Ofrecíamos un producto intelectualmente más complicado y pronto nos empiezan a llegar los premios en los salones internacionales del cómic, esa es la verdad».

Sus productos son libros de tapa dura, con diseño atractivo y total autonomía en las propuestas de trabajo. «Empezamos con la colección Mercat encargando obra a autores de reconocido prestigio -muchos se habían pasado a la ilustración- y es el propio autor el que decide el producto que quiere hacer. Este era un proyecto más de divertimento que empresarial y buscábamos tanto a autores como a distribuidores que fueran amantes de lo que hacíamos».

Ruinas, del valenciano Sento, fue el primer título editado por De Ponent en 1995, en cuyo resumen se indica que es una «grafi-novela de tema arqueológico-ful», lo que da idea del divertimento proyectado, especialmente con este aviso para navegantes: «Hay que advertir que no contiene aventuras excipientes, ni salen japoneses. Sepuedeleerdeuntirón».

En esos inicios, el primer almacén estaba en el tercer piso de una vivienda y los primeros ejemplares «los vendía yo puerta a puerta en un taxi el día que libraba», rememora Camarasa. Empezaron con cinco autores y 5.000 ejemplares; hoy son 166 autores en cartera y 188 libros publicados, con más de 200.000 ejemplares editados. A través de siete colecciones -dedicadas al color, al blanco y negro, a las tiras, o a los libros de estudio, entre otros- la clave de la editorial reside en combinar a grandes clásicos españoles del cómic y a nuevas firmas.

En 2001 De Ponent obtiene la Mención Especial en el Foro de Cómic Europeo por expandir los horizontes de la viñeta de nuestro país y, entre otros reconocimientos internacionales, el Yellow Kid al editor en el Festival de Roma por 11-M. Once miradas, en 2005.

La editorial se alza consecutivamente en los años 2009, 2010 y 20111, con el recién creado Premio Nacional de Cómic de Cataluña: Artfóbia II, de Guillem Cifré (2009); El arte de volar, de Antonio Altarriba y Kim (2010) y Mil vidas más, de Alfons López, Pepe Gálvez y Joan Mundet (2011) y, paralelamente, llega el primer Premio Nacional de Cómic para la historia de Antonio Altarriba en 2010 y, al año siguiente, para Santiago Valenzuela con la última entrega del Capitán Torrezno en Plaza elíptica.

El arte de volar

El arte de volar marca un antes y un después en la editorial con una veintena de premios nacionales e internacionales y continuamente se realizan nuevas copias. En España se han vendido 15.000 ejemplares y, sólo en Francia, 40.000.

En la actualidad, De Ponent sale cada mes con un par de novedades al mercado editorial, cuenta con más de veinte libros en cartera para 2014 y otros apalabrados para los dos años siguientes. «Yo he llegado a perder dinero al principio, y en el futuro no se sabe qué va a pasar, pero el único segmento editorial que ha crecido en España en los últimos cinco años es el del cómic y eso es importante. Hemos logrado poner en valor el tebeo, dignificarlo y que la gente no sienta vergüenza con uno en la mano. Se ha empezado a normalizar y empieza a haber coleccionistas, como en Francia», asegura Camarasa.

No duda en afirmar que De Ponent se ha ganado su puesto como la mayor editorial de cómic en la Comunidad y una de las principales del sector independiente en España, aunque la crisis no deja de planear y para sortearla hay que buscar fórmulas nuevas para «ir más allá» y apostar por salir fuera.

«El constipado es para todos, las bibliotecas públicas han dejado de comprar y la demanda nacional es plana, bajó y no ha vuelto a haber repuntes significativos porque hoy es visto como un producto un poco de lujo, pero no hemos bajado el ritmo editorial y hemos apostado por la internacionalización de la empresa vendiendo derechos internacionales a editoriales extranjeras», apunta el editor.

La venta de derechos se inició con obras de Pablo Auladell y Keko y a partir de 2004 se extendió a otros libros. «Una vez tocas el cielo en Francia vas tirando y El arte de volar abrió más puertas al ser un producto de calidad muy contrastado», apunta Camarasa. La editorial Denöel, del grupo Gallimard, adquiere los derechos de esta obra para Francia y ya ha sido traducida a ocho idiomas; Random House Mondadori se ha quedado con los derechos en inglés a través de la editorial Jonathan Cape para el mercado anglosajón, también ha llegado a Corea del Sur y espera entrar en la bicoca del mercado del cómic: Japón.

Otro de los cómics ya traducidos en Francia y Reino Unido, y para el que se negocia su venta de derechos a Estados Unidos, es El desorganismo de Daniel Johnston, donde el trazo colorido Ricardo Cavolo disecciona al músico y dibujante estadounidense a través de sus órganos.

Además de la venta de derechos, la exportación del producto aumenta poco a poco y Camarasa indica que «en un plazo de dos años nos hemos marcado llegar al 40% de ventas en el extranjero», ya que en esta tarea «estamos solos, aunque hacemos marca España y creamos riqueza no se tiene respeto a esta industria» por parte de los responsables políticos y es «agotador».

Y el futuro, lo tiene claro el editor, pasa por el nuevo público. Su apuesta ha sido compartir la editorial con autores consagrados y noveles «para que se apoyen unos y otros» con nuevas generaciones como María Herrero, Ricardo Cavolo, Fefeto o Denis Roca, el dibujante más joven del país, autor de Los Señores Forma. «Ahora queremos introducirnos más en el cómic infantil. Si queremos que el tebeo tenga futuro hay que cuidar a las nuevas generaciones. Hemos empezado con Denis y ahora sacaremos otros con Susanna Martí o Toni Cabó, para crear esa cantera del futuro», concluye Camarasa.