Hace unos días, en una cafetería cercana al Mercado Central, una emigrante colombiana identificaba a un presentador de televisión de Venezuela que el verano pasado presentó un programa en Colombia. En este mundo tan globalizado, Hernán González, un rostro muy conocido en Venezuela por haber trabajado durante años como actor, modelo y presentador de programas de éxito en varios países de Hispanoamérica, trata ahora de abrirse paso al otro lado del Atlántico.

El pasado 15 de enero le obligaron a hablar en su programa en contra de un policía opositor al régimen que mataron en El Junquito. Pero Hernán hizo todo lo contrario. En vivo y en directo, en su programa televisivo criticó la falta de libertad que existe en Venezuela y denunció la presión que habían ejercido contra él. Minutos después estaba en el despacho de la dirección de la cadena, donde no dejó que lo despidieran porque él anunció que dejaba su trabajo. Cuatro días después, el 19 de enero, volaba hasta Madrid.

Hernán González se desprendió de todas sus propiedades y en cuestión de horas salió de su Venezuela buscando cobijo en España. Pero no todos los venezolanos pueden hacer lo mismo. Un vuelo desde Caracas a Madrid cuesta 1.700 euros. A España llega quien ha logrado guardar muchos ahorros durante años. El sueldo medio de un venezolano es de 420.000 bolívares. Si tenemos en cuenta que un euro son 720.000 bolívares, el salario mensual se reduce a 0'80 céntimos al mes. Cuando una barra de pan cuesta 100.000 bolívares, puedes comprar una barra de pan a la semana y poco más.

«Hoy en día, el peor lugar del mundo es mejor que Venezuela». Así se expresa Ricardo Lárez, quelleva 12 años residiendo en España. Fue de los primeros venezolanos que decidió emprender una nueva vida en el viejo continente. Hoy en día forma parte de Amasve, la Asociación de Mujeres por la Alianza Sociocultural Venezuela-España, fundada en Alicante hace 9 años por Míriam Álvarez. De ser una asociación para unir lazos culturales, se ha convertido en un colectivo de ayuda de choque de emergencia.

Amasve presta ayuda no sólo a venezolanos. Por su sede -situada junto a la Parroquia de la Misericordia- acuden árabes, sudamericanos, españoles. La ayuda que reciben del Banco de Alimentos, Cruz Roja y Cáritas se transforma en alimentos, ropa y apoyo psicológico y legal. Estas labores solidarias han dejado en segundo lugar la organización de eventos culturales y su participación en fiestas de la ciudad, aunque son fijos del Desfile Folclórico Internacional de las Hogueras, para el que ya están ensayando.

En los últimos meses, el día a día de Amasve ha cambiado de forma radical. Hasta octubre de 2017, la asociación había atendido a 359 venezolanos. Desde octubre de 2017 hasta abril de 2018 ya se ha prestado apoyo a 976 emigrantes de ciudadanos que cambian el Caribe por el Mediterráneo. Es decir, en seis meses han llegado un 272% más de venezolanos a Alicante, ciudad que consideran, por su clima y su gente, la más parecida al país sudamericano.

A mediados de abril, Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados, publicó nuevas guías para que los gobiernos aborden la situación de las personas venezolanas en necesidad de protección internacional y asistencia humanitaria. No todos los venezolanos que migran de su país son refugiados, cada vez son más quienes necesitan protección internacional. Sin embargo, España no ha tenido en cuenta la consideración de Acnur de tratar a los exiliados de Venezuela como refugiados políticos.

Elena Sirera trabaja en el Programa de Solicitantes y Beneficiarios de Protección Internacional de Cruz Roja. En los últimos meses, la gran mayoría de solicitudes de asilo que ha atendido son venezolanas. Cruz Roja primero les ofrece un techo y después trata de que consigan la autonomía necesaria con un empleo para pagar el alquiler de la vivienda.

Rosa Prieto trabaja con migrantes en Cáritas y habla a diario con venezolanos. «Tenemos casos de personas enfermas y mujeres jóvenes embarazadas que por falta de asistencia y medicinas han dado el paso para entrar en el país, buscando dicha atención». Una de ellas es Stefania Bermúdez, una joven de 18 años, embarazada que salió de Caracas hace dos meses. «He llegado sin papeles pero prefiero vivir en estas condiciones que jugarme la salud de mi hija». Dana Sofía nacerá dentro de un mes en Benidorm.