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La acción de la discordia

La negativa de la viuda de Vicente Sala a renunciar a la participación que le daba el control en los negocios provocó el cisma familiar

Nunca imaginaría Vicente Sala Bello, expresidente de la CAM e impulsor de un entramado empresarial que en las últimas cuentas consolidadas ha arrojado un volumen de negocio superior a los 200 millones y un beneficio neto, después de impuestos, de más de ocho, que la riqueza que estaba creando con y para su familia iba a terminar acabando con ella.

Ni lo pensó cuando él y su mujer (María del Carmen Martínez, asesinada de dos disparos en la cabeza hace poco más de dos meses en un negocio familiar), crearon la antigua Compañía Española de Resinas dedicada al comercio de caucho y materias primas plásticas. Ni cuando, años después, en 2003, comenzaron a repartir su patrimonio entre sus cuatro hijos y modificaron los estatutos de sus sociedades para crear la denominada acción de oro. Una participación privilegiada que otorgaba el poder absoluto a cualquiera de los cónyuges mientras vivieran y que a la postre ha acabado partiendo en dos un clan que, por estar unidos, no sólo residían en la misma finca (de unos 300.000 metros cuadrados) sino que, en los buenos tiempos, compartían mesa y mantel.

Un informe aportado por el primogénito al juzgado que investiga la muerte de su madre sitúa en la polémica acción de oro el epicentro del conflicto familiar. Según se apunta, poco después de fallecer Vicente Sala en agosto de 2011, sus tres hermanas comenzaron a introducir cambios como miembros que eran de un consejo de administración que, según Vicente Sala hijo, su padre constituyó «con carácter virtual ya que, «de hecho» era él «el que ejercía como administrador único» del holding.

«Las modificaciones de 2012 relegaron a la madre a un papel subordinado (...) que fue aceptado por ésta en aras al buen entendimiento familiar. Posteriormente, en los años 2014 y 2015, empezaron a surgir diferencias entre Vicente Sala Martínez y sus hermanas, agravándose las mismas y dando lugar a la existencia de dos bloques enfrentados», recoge el informe que añade que durante 2014 y 2015 «se trató de negociar un pacto de familia que arrojara estabilidad a la gestión», pero que no fue posible alcanzarlo porque «la propuesta de las hermanas pasaba por la pretendida renuncia de su madre a las participaciones privilegiadas».

En el documento se afirma que con su negativa a renunciar a la acción de oro lo que pretendía María del Carmen era cumplir la voluntad última de su marido de que el hijo, «el único capacitado para hacerlo», llevara el control de las empresas en las que había venido ejerciendo como administrador único de hecho mientras «el papel de las tres hermanas se limitaba a su actuación a tiempo parcial en tareas de carácter administrativo».

El informe concluye que la muerte de María del Carmen «puede propiciar eventualmente el trasvase del control societario de la difunta desplazándolo de ésta al bloque de las tres hijas y sus descendientes de manera irreversible, salvo», precisa, en el holding de los plásticos, donde mantiene que el testamento de Vicente Sala le da el control al primogénito.

Aunque el timón del grupo aún continúa en manos del único varón de la familia (nombrado administrador único en la junta de septiembre gracias a la acción de oro de su madre) las tres hermanas (expulsadas del consejo de administración en julio) pueden arrebatárselo si continúan manteniendo un frente común.

Salvo en caso de la empresa de los plásticos (Samar), según sostiene este informe, la participación privilegiada se ha extinguido con la muerte de su titular tanto en el caso de la Compañía Española de Resinas, de carácter patrimonial, como en el bloque (Novocar y Solmar) que regenta el detenido.

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