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Los trenes de cercanías registran en un año 300.000 viajeros menos ante la falta de mejoras

Las líneas de Alicante a Murcia y San Vicente del Raspeig, junto con la de Murcia a Águilas, registraron 3.859.000 pasajeros en 2014

Tren de cercanías en la estación de Alicante. RAFA ARJONES

La red de cercanías de Renfe en Alicante y Murcia perdió otros más de 300.000 viajeros el año pasado en relación a 2013, ante el lastre que supone la falta de mejoras en la infraestructura y el servicio. El informe de cuentas anuales y gestión de Renfe Viajeros -una de las sociedades en las que se divide la operadora ferroviaria- de 2014 señala que las tres líneas que componen este núcleo de cercanías sumaron 3.859.000 pasajeros a lo largo del ejercicio, frente a 4.167.000 del año anterior y 4.675.000 que se habían contabilizado en 2012. Es decir, en sólo dos años estos servicios han perdido más de 800.000 pasajeros.

La línea de Alicante a Murcia es la principal de este núcleo de cercanías y la que, con diferencia, mueve un mayor número de viajeros. En 2012, último año con datos oficiales desglosados por trayectos, concentró un 65% del total de usuarios. Al año siguiente se cifró en un 13% el descenso sólo en este recorrido. En esta ocasión, a falta de cifras más concretas, puede deducirse que es también donde se ha producido -al menos en términos absolutos- un mayor descenso. El potencial de esta línea es enorme, al unir Alicante y Murcia a través de Elche, Orihuela y otras poblaciones de importancia media como Callosa de Segura. Sin embargo, hay limitaciones de infraestructura y servicio casi endémicas, que dificultan un mayor uso de estos trenes.

La línea se mantiene en vía única y sin electrificar, aunque la gestión de la circulación y los sistemas de seguridad se encuentran totalmente mecanizados y su capacidad de tráfico no se ve desbordada. Sin embargo, esta infraestructura ofrece una imagen de obsolescencia poco atractiva de cara a muchos usuarios. Lo mismo puede decirse de los trenes. Los automotores diésel de esta línea datan del año 1982 y, a pesar de ser uno de los tipos de material móvil que mejores resultados ha dado a Renfe y que aún puede quedarles mucha vida útil, tampoco dan la oportuna imagen de modernidad. Hay viajeros, además, para los que resulta molesto el rugir de los motores de estos trenes.

La limitación del servicio es otro factor que frena un mayor uso. Uno de los aspectos en los que con cierta frecuencia se hace hincapié es la existencia de una conexión con el aeropuerto de El Altet, pese a que la línea discurre a sólo unos centenares de metros de la terminal. También hay que tener en cuenta que, si bien de lunes a viernes la frecuencia de los servicios es optima, los fines de semana se reduce a un trayecto cada dos horas durante gran parte del día. Eso sí, como contrapartida cabe destacar la prestación de servicios especiales -incluso durante la noche- cada vez que hay algún evento destacado, como las Hogueras de Alicante o la Nit de l'Albà de Elche, y con un notable éxito.

Con todo, parece que las circunstancias no ayudan a captar más viajeros, al menos con continuidad. Y es que las cifras parecen dar a entender que se pierden sobre todo pasajeros ocasionales, ya que los ingresos por títulos de transporte ascendieron en 2014 a 7,345 millones de euros, frente a los 7,237 del año anterior. Puede atribuirse este aumento a la venta de abonos multiviaje para usuarios habituales; cabe recordar que los estudiantes de la Universidad Miguel Hernández (UMH) son un importante nicho de mercado. No ocurre lo mismo en la Universidad de Alicante (UA), cuyo apeadero apenas registra uso, como en general la corta línea que termina en San Vicente del Raspeig. Su prolongación a Villena -que supondría un gran espaldarazo- sigue siendo por ahora una mera declaración de intenciones sin una fecha definida.

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