La caminata de dos kilómetros que protagonizó este domingo un pequeño de tres años de edad, solito durante toda una hora desde su casa en la calle César Elguezábal hasta la playa del Cocó, no llama en absoluto la atención de expertos pediatras consultados por este diario. «Que un niño a esa edad camine dos o más kilómetros no es llamativo», recalca Antonio Redondo.

Los expertos no advierten ningún problema en que desde tan pequeños caminen y caminen solitos, porque «son supervivientes» natos a esa edad, y de lo que tienen ganas es de «explorar y descubrir cosas». «Tienen gran resistencia, pueden caminar mucho en la playa o el campo sin ningún problema», añade José Pastor a su vez.

La distracción de seguir a cualquier animal, un perro o un gato, también les puede llevar por toda una ciudad sin rumbo, apuntan, aunque advierten a un tiempo que lo que no se sabe a los tres años de edad es gestionar ni el tiempo ni el espacio, de ahí que recomienden un control exhaustivo por parte de los progenitores en todo momento.

«Estamos pendientes pero, a veces, mucho menos de lo que creemos, por eso suceden los ahogamientos en la playa, por un sólo segundo de despiste. He conocido varias experiencias malas en ese sentido», advierte Redondo.

En apenas tres centímetros de agua, el mismo niño que camina y camina sin problemas durante kilómetros puede ahogarse en un santiamén. «Si la excusa es que tenemos algo en el fuego, se apaga y se controla el baño, porque lo que se presupone por parte de los adultos es la protección».

A Pastor le sorprende, eso sí, que no le sucediera nada entre tanto coche y carreteras a lo largo de la ciudad, así como que a nadie le llamara la atención, pero también incide en la necesidad de que exista un control absoluto por los mayores porque a esa edad los niños necesitan «supervisión plena».

Capaces

La capacidad del niño a esa edad no es la que falla, en opinión de los pediatras, porque «supervivientes por naturaleza, si necesitan agua, por ejemplo, la buscarán, aunque en cuestiones de gestión tanto del espacio como del tiempo necesitan estar totalmente dirigidos y controlados».

El doctor Redondo argumenta que aunque les dejemos cierta libertad en un parque, «no se deja de estar vigilante»; de ahí que insista en que la capacidad de caminar y caminar a esa edad no es algo anómalo, y que lo realmente llamativo es cuando existe una dejación de funciones por parte de los tutores a la hora de velar por la salud y el estado de sus hijos.

La falta de precaución en este tipo de casos es la de los cuidadores adultos, concluyen.