El Castillo de Santa Bárbara, emblema turístico de la ciudad, ha descuidado su imagen en plena temporada alta, cuando cientos de turistas lo visitan cada día. Los cañones ubicados en la parte alta se encuentran tan deteriorados que uno de ellos ha tenido que cercarse y se han colocado carteles advirtiendo a los visitantes del riesgo que corren si se apoyan en ellos. Al mal estado de estos elementos históricos se suman otras deficiencias que afean la imagen de este emblemático lugar. Así, la bandera de España que ondea en lo alto de la fortaleza está hecha jirones y junto al baluarte, en la zona acondicionada como aparcamiento, se cumulan restos de material de obra.

«Se ruega a los visitantes que no se suban ni se apoyen en los cañones. Es peligroso para la integridad de las personas». Ese el mensaje que reza en un par de carteles, en castellano e inglés, colocados sobre el poste de un grupo de antenas en lo alto del Castillo. Y es que, el estado que presentan algunos de los cañones de esta zona es «lamentable», como indicaba ayer uno de los turistas. La madera sobre la que se asientan está corroída, con algunos listones sueltos. Tal es así que uno de los cañones ha tenido que ser cercado con vallas metálicas por el mal estado que presenta.

Pese a ello, los carteles pasan inadvertidos por muchos turistas que, ajenos al peligro, siguen apoyándose en ellos para fotografiarse. «Si de verdad hay peligro, debería estar más señalizado porque la gente sigue acercándose a los cañones», consideró una de las visitantes, Marta Amorós, quien añadió que «deberían restaurarlos». En ello coincidieron otros turistas que en la mañana de ayer recorrían la fortaleza, como Manolo Pascual, quien aseguró que «deberían tener los cañones restaurados o, al menos, sobre una base de hormigón que los asegurara para no supusieran ningún riesgo».

Esta situación de deterioro no pasa inadvertida para los turistas quienes, como Ángela Anés, creen que «las antenas no son la mejor imagen, pero tampoco lo es una bandera hecha jirones», en referencia a los desgarros de la tela del estandarte que corona el Castillo.

Más abajo, justo en el acceso al Castillo también hay signos de dejadez. Junto al aparcamiento de vehículos habilitado en el baluarte de Santa Ana se pueden ver restos de material de obra y sillares de piedra amontonados que reciben a los turistas que dejan su coche allí. Es síntoma de que se ha realizado alguna labor de mantenimiento en el Castillo. De hecho, las pintadas que podían verse hasta hace unos días en uno de los muros de la fortaleza, ya se han limpiado. No obstante, la acumulación de ladrillos, sacos de arena, palés y botes de pintura no hace más que afear la imagen de este emblemático lugar que, sobre todo en verano, no deja de recibir turistas.