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Despoblación en l'Orxa

Vida rural a buen precio

El municipio ofrecerá campos de cultivo y viviendas a precios económicos para combatir la imparable pérdida de habitantes

El alcalde, Arnaldo Dueñas, junto a la antigua factoría de Raduán y Miguel Cloquell, de la cooperativa agrícola, mostrando campos abandonados. La mayor parte de los vecinos son jubilados.

El Ayuntamiento de L'Orxa, municipio perteneciente a la comarca de El Comtat, está dando forma a un interesante proyecto destinado a combatir la imparable pérdida de población. De los cerca de 1.500 vecinos con que llegó a contar la localidad a principios del siglo pasado, hoy en día sólo permanecen 626, en un proceso que se ha visto acelerado como consecuencia del cierre en 2002 de la papelera Raduán. ¿La idea sobre la que se trabaja? Ofrecer terrenos y viviendas a bajo precio para atraer a nuevos pobladores.

L'Orxa, a la sombra del imponente castillo de Perputxentcastillo de Perputxent, vivió su época más dorada a principios del siglo XX. De hecho, en 1920 la localidad contaba con nada menos que 1.467 habitantes, en una economía que se sustentaba en las excelentes tierras de cultivo regadas por el río Serpis y, más tarde, en la industria papelera, concretamente de la empresa Raduán, que llegó a dar trabajo a la mayor parte del pueblo. Sin embargo, el declive de la agricultura y también de la citada firma propiciaron un paulatino retroceso demográfico que persiste hasta nuestros días.

El cierre de Papeleras Raduán, en 2002, significó la puntilla en este sentido, toda vez que desde entonces la pérdida de población se ha acelerado, pasando de los 761 vecinos que había en esos momentos a los actuales 626.

Otros factores también han contribuido a este descenso, como es el caso de las complicadas comunicaciones. Históricamente L'Orxa sólo ha tenido una salida por carretera que la conecta con el resto de municipios de El Comtat, pero no hacia la costa de la comarca valenciana de la Safor, pese a su cercanía. Tras años y años de reivindicaciones se conseguía por parte de la Generalitat la construcción de una carretera con Vilallonga, la cual, sin embargo, tiene un uso ínfimo debido a que la única forma de acceder a este vial es por unos caminos sinuosos, empinados y en muy mal estado.

Por otro lado, el polígono construido junto a la ya degradada fábrica de Raduán, permanece vacío y sin perspectivas de ocupación.

Los vecinos que resisten en el pueblo, la mayoría jubilados, lamentan la situación actual. Fausto Juan no duda a la hora de señalar que «fue cerrar Raduán y morirse el pueblo. Las otras dos fábricas con que contamos no puede asumir a la gente que se quedó en paro».

David Cortell estuvo trabajando 15 años en París montando salas de cine, convirtiéndose con ello en uno de los pocos que no fue empleado de la papelera. En cualquier caso, coincide con Fausto en la importancia que tuvo la empresa para el pueblo, al tiempo que lamenta la fuerte despoblación. «Antes, cuando la gente se casaba, no había casas, y ahora muchas están vacías y en unas 40 sólo vive una persona. De hecho, sólo habrá tres casas en que vivan familias de cinco componentes».

Ante todo este panorama, el Ayuntamiento, gobernado por la agrupación electoral independiente Tots per L'Orxa, ha decidido tomar cartas en el asunto y trabajar en un proyecto para atraer a nuevos vecinos. El alcalde, Arnaldo Dueñas, señala que «en la actualidad nos encontramos con que los jóvenes se marchan del pueblo porque no encuentran trabajo, hasta el punto que contamos con una pirámide poblacional totalmente invertida. Eso ha dejado numerosos terrenos abandonados y un montón de casas vacías, dos elementos que, paradójicamente, pueden convertirse en una oportunidad».

En este sentido, el Consistorio está en conversaciones con la cooperativa agrícola, con el objetivo de crear un banco de tierras. «Nuestra intención es que los propietarios que no las trabajan las cedan, al igual que las casas que están vacías, para que a cambio de un pequeño alquiler pueda venir gente a vivir al pueblo».

Miguel Cloquell, de la cooperativa, destaca por su parte la fertilidad de las tierras del término municipal, y la ventaja de contar con agua de calidad casi gratis. «En estos momentos, de las diez hectáreas con que contamos, sólo se mantiene una pequeña parte de olivar, que es más fácil de trabajar».

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