«Pagamos impuestos de primera, pero vivimos en una urbanización de cuarta». Es el resumen que hacen los vecinos de la urbanización Valle del Sol de Mutxamel. Hace tres décadas muchas personas, algunas de ellas emigrantes, se dejaron seducir y compraron una parcela con luz y agua potable en una urbanización que iba a tener de todo. Pero nunca se terminó. El agua potable no era tal y llegó hace apenas un lustro, y la urbanización no tiene ni aceras, ni alcantarillado, y cuenta con un escaso alumbrado público. Y por si fuera poco y como les ha ocurrido a vecinos de otros diseminados, no tienen el servicio de reparto de correo. Para personas de avanzada edad como María Elena Piñeiro, que cuida de su esposo impedido tras una operación quirúrgica, es todo un problema. Perdió durante tres meses la paga que recibe de Alemania porque al devolver las cartas que no recogió consideraron que había muerto. «Cuando me puse en contacto para decir lo que había pasado me preguntaron que en qué país vivía. Y me dijeron que el pueblo más pequeño de Alemania tiene reparto». Ahora cada ocho días tiene que ir a la oficina de Correos de Mutxamel, hacer la cola correspondiente para comprobar si tiene cartas y evitar que las devuelvan. No tiene a nadie que la acerque y lamenta que tiene que gastar unos 12 euros en un taxi porque el autobús no es operativo al tener una sola frecuencia.
Su vecino Esteban Martín, de 72 años, también emigrante, lamenta haber comprado en la urbanización. «Se han olvidado por completo de nosotros. La recogida de basura no es diaria y estamos pagando más caro como extrarradio y podemos estar 3 ó 4 días sin que la recojan», a la vez señala las farolas rotas desde hace años para denunciar que carecen de alumbrado público y en el suelo el deficiente asfaltado que tienen por pavimento. «Nos tienen abandonados pero pagar sí pagamos», resume.
Carmina Becares, otra vecina de 71 años, recrimina que el autobús sólo pasa una vez y que «una semana antes de las elecciones nos pusieron tres farolas solares y ahí se quedaron. Ahora tenemos 8 y nos prometieron 42». E ironiza sobre la insalubridad de los solares que les rodean: «Tenemos amapolas, serpientes y elefantes», porque aparecen reptiles.
Fernando Collado tiene dos niños y lamenta el estado de abandono de la urbanización, donde los solares están llenos de maleza y matorrales y echa en falta un parque infantil. A cambio, advierten de numerosos peligros para los niños, entre ellos, un agujero que han tenido que tapar con un palé en una rotonda de la urbanización.
De sus carencias es consciente el alcalde, Sebastián Cañadas. El primer edil recuerda que la ausencia de reparto es ajeno al Consistorio y que los vecinos de Valle del Sol y los de Río Park han rechazado instalar los buzones comunitarios. Adelanta que se está estudiando aumentar la periodicidad del autobús y hacer que el paso sea radial. Y sobre el alumbrado asegura que en mayo se instalarán 27 farolas.
El alcalde recuerda que la urbanización está inacabada y que los servicios que faltan se quedaron pendientes. La calificación de las viviendas es urbana, aunque los solares que les rodean y por los que piden salubridad y que se vallen están en suelo rústico, por lo que afirma que el Ayuntamiento no puede hacer nada. Mientras que de la poda, señala que se hace a petición de los vecinos en su propia casa, para evitar el abuso que se cometía anteriormente cuando llegaban restos de poda de otros municipios. Y pide colaboración de los vecinos para ir acometiendo los servicios que faltan.
