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San Vicente del Raspeig

El instituto Canastell se hace a la mar

Un particular dona al centro una embarcación de recreo para que los alumnos de electromecánica de vehículos puedan realizar allí sus prácticas

Casado y profesores del centro con los alumnos de FP. carolina escalante

Hasta el curso pasado todo lo que tenían los estudiantes del IES Canastell para aprender a reparar barcos eran algunos motores y fragmentos de cascos. Desde que en 2009 se concedió a este instituto el ciclo de electromecánica de vehículos con especialización en embarcaciones deportivas y de recreo, la dirección del centro llevaba intentando conseguir un barco completo, pero no había resultado posible y durante los cuatro primeros cursos hubo que conformarse con piezas sueltas.

«Hace cinco años la Conselleria de Educación pensó en buscar un barco, pero no pudo ser», relata el director del centro, Carlos Navas. El profesorado ha estado este tiempo «tirando del hilito» y finalmente uno de ellos logró contactar con Fernando Casado, un particular que cedido al instituto el «Montecarlo», un yate de 10,5 metros de eslora por 3,5 de ancho. A cambio del simbólico precio de un euro, los estudiantes pueden realizar prácticas en esta motora de paseo dotada con cabina con dos camarotes, cuarto de baño y salón de estar.

El barco estaba amarrado en El Campello y, según relata Navas, gracias a las facilidades que les ha dado el Club Náutico, pudieron llegar al acuerdo con este particular, que tenía el yate la venta desde hace tiempo y, al conocer esta posibilidad, ha preferido regalarlo a malvenderlo.

«A mí siempre me ha gustado la gente joven y los emprendedores. La Formación Profesional me encanta y siempre he sido solidario». Así explica Fernando Casado por qué ha optado por donar su barco al instituto sanvicentero.

«El barco era ya muy grande para mí. Yo lo compré hace 14 ó 15 años, de segunda mano, y solía salir con mis hijas y mi mujer, que era la pescadora. Pero tuvimos un percance que nos bajó la moral y mi mujer cogió miedo. También estaba la situación económica y había otras cosas más importantes que hacer. Por tanto, lo puse a la venta pero las ofertas no me compensaban», relata el expropietario.

Aunque el barco estaba baremado en 60.000 euros, apunta Casado, lo puso a la venta por 40.000 y aun así, en plena crisis, esta cifra tampoco se la abonaban.

«Cuando me llegó esta oferta vimos que encajaba perfectamente con nuestra idea pues nos gustaba mucho la posibilidad de que el barco siguiera en forma y bien. Además, ayudábamos a la Formación Profesional, que es la que sostiene las empresas», explica Fernando Casado, un ingeniero y empresario jubilado que en la actualidad se dedica al emprendedurismo y a dar charlas. Su familia le apoyó del todo, incluida su hija Amelia, quien de pequeña fue la que quiso comprar este barco en concreto, que entonces estaba amarrado en Gandía. Además, se llevaron la alegría de que el centro pone el yate «a nuestra disposición siempre que queramos» cuando no se esté utilizando para las prácticas. Y, lo más importante, no se desguaza.

Una vez alcanzado el acuerdo, al comenzar el curso se llevó el barco a dique, los profesores del instituto limpiaron los moluscos del casco y le dieron un primer arreglo. Una vez listo, los alumnos han comenzado ya a practicar realizando una puesta a punto para que el «Montecarlo» pueda volver a salir a navegar.

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