¿Puede un videojuego transmitir el encanto de una época pasada? ¿Puede, una industria masificada y centrada en los videojuegos de acción en primera persona, dejar hueco a desarrollos más modestos y carismáticos? ¿Tiene cabida un proyecto cuya única premisa es aniquilar una sucesión de jefes finales? ¿Puede hacer todo esto sin caer en clichés envenenados ofreciendo, al mismo tiempo, una experiencia de juego única? Quizá estas preguntas son demasiado pretenciosas para abrir un artículo que se centra en un único videojuego, pero, tras haber disfrutado durante horas del último independiente para Xbox One y PC, nos vemos obligados a replantearnos no sólo hacia dónde se dirige la industria, sino, también, hacia dónde nos dirigimos nosotros como jugadores.

Corría el año 2010 cuando los hermanos Moldenhauer decidieron hacer un viaje al pasado y recoger conceptos que funcionaron hace décadas. Los videojuegos han evolucionado, en gran medida, a mejor, pero también se han dejado atrás elementos que los usuarios más nostálgicos todavía echan de menos. Así nace 'Cuphead', una oda a la animación de los años 30 que viene cargada de esquemas que recordarán a los inicios de la industria del entretenimiento digital: una jugabilidad rápida, una premisa simple pero efectiva, una dificultad endiablada -pero justa- y, sobre todo, mucho amor a la hora de presentar cada uno de los elementos que aparecen en pantalla. Ha llegado el momento de hacer una pausa y prepararnos una buena tila, porque nuestra aventura con 'Cuphead' promete, a partes iguales, enamorarnos y ponernos de los nervios.

No te juntes con el diablo

Como decíamos, la premisa de 'Cuphead' es bien sencilla, pero efectiva a la hora de trasladarnos a un mundo completamente nuevo y hostil. Los hermanos Cuphead y Mugman, dos personajes cuyas cabezas son tazas de té, deciden complicarse la vida dirigiéndose a un casino para amasar una fortuna. Las cosas parecen ir bien, pero el diablo, propietario del casino, decide hacerles una propuesta que no podrán rechazar: si ganan a los dados tendrán tanta riqueza que no podrán gastarla en varias vidas; si pierden, sus almas pasarán a ser de su propiedad. Y, como la banca siempre gana, los hermanos quedan a merced del rey de las tinieblas. Sin embargo, el diablo les propone una solución alternativa: obtener las deudas que tienen otros con él y devolvérselas. Así se salvarán del fuego eterno, según indica el diablo, claro.

Podéis comprobar como la premisa es bastante sencilla, y, de hecho, la trama argumental se explica mediante algunas diapositivas que van sucediéndose sin voces que la narren o elementos dinámicos. Todo en aras de mantener esa estética tan brillante de la época.

Así pues, nuestros intrépidos hombres-taza comienzan en Inkwell Island con un objetivo claro. En el mapa cenital, donde podremos movernos libremente, tendremos acceso a varios niveles desde el inicio, así como a una tienda donde comprar potenciadores para nuestros personajes. A medida que vayamos entrando en las fases se irán desbloqueando nuevas rutas que nos llevarán hasta más fases, y así hasta completar los tres mundos que componen la obra. Y, de hecho, más allá de hablar con algunos personajes o descubrir algún que otro secreto en forma de monedas, poco más tendremos que hacer en el mapamundi.

Cosechando almas a ritmo de jazz

La brillantez con la que el estudio ha ofrecido un sistema de juego rápido, difícil y adictivo a partes iguales no tiene parangón. Hay tres tipos de fase diferencias: las batallas contra los jefes finales y las de "correr y disparar", que se dividen en zonas a pie y en avioneta. Son 17 jefazos los que nos esperan con ganas de aniquilarnos, lo que sumado a las fases de plataformas hacen del conjunto un título bastante competente en cuanto a duración, siempre y cuando no seamos unos expertos natos con el mando, algo que, advertimos, sólo tendrán unos pocos elegidos en el mundo.

Y es que cada encuentro con un enemigo es completamente original. Cada enemigo cuenta con sus propias mecánicas y transformaciones -algunas sólo las veremos si morimos- que nos obligan a estar constantemente en tensión y atento a una gran cantidad de elementos que aparecen en pantalla. Los peligros vienen de todos los flancos: desde esbirros pequeños, proyectiles que aparecen de la nada, derribos que no preveíamos, y un largo etcétera. 'Cuphead' es un videojuego que no puede jugarse estirado en el sofá, sino que requiere de toda nuestra atención para poder superar los pocos minutos que dura cada encuentro.

Tanto Cuphead como Mugman no tienen más que una vida, perdiéndola si algún enemigo -o elemento- nos toca tres veces. Si perdemos tendremos que comenzar la fase desde el principio, algo que, insistimos, nos tocará hacer decenas de veces. Pero, a diferencia de otros títulos exigentes, 'Cuphead' no es un videojuego injusto, sino que se basa en la premisa del ensayo y error: hay que olvidarse de querer superar a un enemigo en la primera ronda, pues probablemente nos mate en una u otra transformación, y, de la misma manera, hay que mantener la cordura y la tranquilidad, pues es muy habitual que por los nervios perdamos la partida a escasos segundos de completarla. Los protagonistas pueden tener dos disparos activados -que podremos alternar con un gatillo y modificarlos en el correspondiente menú-, un contraataque -que únicamente podremos utilizar con los objetos púrpura- y un impulso que nos ayudará a salvar los muebles en ocasiones peliagudas. Únicamente con estos movimientos nos podremos defender, y son más que suficientes para, una vez integrados, hacer frente a los enemigos.

Las fases de plataformas funcionan de forma similar, con multitud de enemigos que podremos aniquilar con nuestros disparos y proyectiles -así como nuestro ataque especial, una vez rellenado el indicador de naipes- y con un único objetivo: llegar al final sin morir. Lo curioso de estas fases es que también incluyen algunos enemigos finales, que, aunque no tienen tanta vida como los jefazos normales, también pueden darnos más de un quebradero de cabeza.

Por suerte, las monedas que vayamos recogiendo en las fases -así como algunos personajes majos que nos ayudarán en el mapamundi- podremos emplearlas en la tienda para recoger potenciadores. Sin embargo, lejos de ponernos las cosas fáciles, los potenciadores nos beneficiarán en algunos aspectos y penalizará en otros. Por ejemplo, podremos sumar un toque más a nuestra vida -pasando de tres a cuatro toques-, sí, pero esto a costa de que nuestros disparos sean menos poderosos, lo que, a la postre, nos deja más o menos igual. Por suerte, podremos ir cambiando este tipo de potenciadores -así como las armas- en el mapamundi, por lo que si vemos que con unos no somos capaces de superar ni la mitad de la fase siempre podremos cambiarla para mejorar nuestra estrategia.

Un videojuego que será igual de precioso dentro de una década

La primera vez que se presentó 'Cuphead' nos enamoró por su puesta en escena, alejada de los modelos tridimensionales y del famoso píxel art para ofrecer unos dibujos y animaciones extraídos directamente del alma de la animación de los años 30. A día de hoy, el videojuego es una auténtica obra de arte para los sentidos, con todas las animaciones y escenarios animados y dibujados a mano que, sin duda alguna, convierten al videojuego en un clásico instantáneo en cuanto a apartado técnico se refiere. Las transformaciones de los enemigos son fluidas, cada uno de los elementos que aparecen en pantalla son originales, y, sobre todo, todo lo que se muestra derrocha originalidad por los cuatro costados.

La música corre la misma suerte, con una banda sonora compuesta por música jazz de la época que, formada por tambores, trompetas y contrabajos, nos pondrá en tensión y nos animará a continuar luchando por salvar nuestras almas. Los efectos de sonido también son perfectos, encajando a la perfección con los movimientos de nuestros protagonistas, y, las pocas voces que se pueden escuchar en el videojuego también encajan dentro de esta lógica atemporal. En definitiva, todo un lujo para los sentidos que, a más de uno, le hará interesarse por la animación de la época.

Conclusiones

La impresionante puesta en escena de 'Cuphead', sumada a su maquiavélica y fantástica jugabilidad hacen de la obra un auténtico imprescindible dentro del catálogo digital de Xbox One y PC. Sin embargo, el videojuego no es perfecto, y hay un par de carencias que le restan atractivo al título. En primer lugar, la obra nos ha llegado con subtítulos en inglés, algo incomprensible a día de hoy y que, pese al poco texto que ofrece la aventura, no perdonarán los usuarios más idealistas. Por otra parte, el videojuego incluye un multijugador local para dos personas, uno encarnando a Cuphead y otro a Mugman, pero carece por completo de una vertiente en línea, quizá debido a la endiablada precisión que requiere la obra para poder superar cada reto.

En cualquier caso, y teniendo estos dos puntos negativos en mente, no podemos valorar a 'Cuphead' por debajo del excelente, ya que se trata de un videojuego que engancha como pocos y que, al final de cada encuentro, nos deja con una sensación de gratitud pocas veces vista en un videojuego. Más aún si tenemos en cuenta que en el plano audiovisual es una auténtica delicia, que su rejugabilidad es muy alta -si queremos conseguir todos los logros y derrotar a cada jefe con la calificación más alta necesitaremos horas de entrenamiento- y que, como experiencia de juego, 'Cuphead' no se parece a nada que hayamos visto dentro de la industria. Dicho esto, preparaos para sudar el mando y buena suerte, la necesitaréis.

'Cuphead' - Gameplay Xbox One y PC. Vídeo: YouTube

Lo mejor de 'Cuphead'

  • Su diabólica y fantástica jugabilidad.
  • La puesta en escena, todo un homenaje a los grandes animadores de los años 30.
  • Uno de los títulos más adictivos de los últimos tiempos.

Lo peor de 'Cuphead'

  • La ausencia de subtítulos en castellano.
  • No dispone de una auténtica vertiente en línea.

Elsotanoperdido News and Videogames