Es posible que, en estos tiempos amenazantes, TikTok apenas le suene a aciaga cuenta atrás si tiene más de 30 años y ningún adolescente cerca. Sin embargo, la plataforma que ha tomado por asalto las redes sociales y se ha erigido en el gran patio de recreo de la generación Z -solo estos días el hashtag #coronavirus suma más de 15.000 millones de visualizaciones-? ya dejaba unas métricas apabullantes antes de la crisis sanitaria. Así, sus más de 800 millones de usuarios han convertido a su start-up nodriza, ByteDance, en la mejor valorada del ramo (75.000 millones en la última ronda de financiación) y a su fundador, el chino Zhang Yiming, en un treintañero capaz de a) ganar 12.000 millones de dólares en solo el 2018 (su fortuna, según 'Forbes', asciende a 16.000 millones); b) tensionar Washington por la dimensión de la plataforma, y c) dar un nueva vuelta de tuerca en la cultura del trabajo ya de por sí depredadora de las tecnológicas.

¿Un apunte? El triunfante emprendedor suele exhibir como un trofeo el mandamiento corporativo por el cual sus directivos deben hacer vídeos... y flexiones si no logran suficientes 'likes'. Pero a diferencia de otros colegas suyos norteamericanos que abrasan los oídos con sus disquisiciones sobre las vidas de alto rendimiento (ya célebre es la jornada laboral de 100 horas de Elon Musk), Zhang, de 36 años, suele mantener un perfil más reservado.

Menudo, aficionado a las memorias y poco amigo de las relaciones sociales, sigue el protocolo vital de Silicon Valley -va en camiseta y tejanos y prefiere que no le llamen "jefe" ni "CEO"-, pero no cuenta mucho más allá de su sucinta biografía oficial. Hijo de funcionarios, estudió microelectrónica e ingeniería de 'software', se casó con su novia de la universidad, con la que no tiene hijos, y tuvo una iniciación menos mitológica pero igual de fructífera que el célebre garaje norteamericano: empezó su carrera en una agencia de reservas de viajes online que lo había contratado como informático.

De hecho, sus 750 millones de descargas en el 2019 (más que Facebook, Instagram, Youtube y Snapchat) han convertido esta plataforma de edición fácil en una ingente máquina expendedora de memes, clips y nuevas microestrellas que suponen un festín para las marcas. Además, estos días de profilaxis social no han hecho más que agrandar los confines de TikTok, al erigirse en ese lugar tirando a brillante y bizarro que bulle con retos, catarsis y piezas de humor negro postmillennial, y en el que, por ejemplo, Gloria Gaynor se lava las manos con 'I will survive' y la OMS desactiva los 'greatest fakes' de la pandemia.

Más allá de sus números irrefutables, Zhang, con habilidad para surfear las aguas políticas de Pekín, también ha empezado a inventariar contratiempos. El año pasado, el Parlamento británico abrió una investigación para analizar el uso de los datos de los niños, y la compañía pagó 5,7 millones de dólares a la Administración norteamericana por recopilar información de menores de 13 años sin la autorización familiar. Además, EEUU está llevando a cabo una investigación sobre las prácticas de la compañía con los datos y la libertad de expresión, después de que 'The Washington Post' denunciara que en la plataforma había un número inusualmente bajo de piezas de las protestas de Hong Kong.

Por su parte, Zhang, que ha negado todas las acusaciones y ha puesto en marcha un centro de "transparencia" en California abierto a la auditoría externa, mantiene intacta su ambición global. De hecho, estos días de repliegue y pandemia ya ha mostrado sobradas maneras de magnate 'geek' contemporáneo: ha donado, junto a otras dos gigantes chinos, más de 115 millones de dólares a la lucha contra el virus y está promocionando una oportuna aplicación de de productividad laboral en estos tiempos de teletrabajo.

Olfato comercial

Por lo visto, en su segundo año en esta empresa, ya coordinaba a otros 40 ingenieros. Y también fue allí, dice, donde empezó a desarrollar un olfato para la oportunidad comercial que luego afinó en Microsoft y que en el 2012 precipitó su gran salto en solitario: una aplicación llamada Toutiao que utiliza la inteligencia artificial para ofrecer una selección personalizada de noticias y que no contó ni con un yen de las grandes tecnológicas chinas. Forma ya parte de la leyenda que no pudiera convencer a ninguna de ellas de la rentabilidad del proyecto.

Cuatro años más tarde, su ojo clínico para leer los tiempos detectó que los vídeos cortos, muy populares en China, podían brindar una fabulosa oportunidad de negocio. "En el sector de los contenidos -se reafirma- , el texto y las fotos han evolucionado hacia el vídeo". Ese convencimiento fue la palanca de la aplicación Douyin y, al año siguiente, de la compra por mil millones de dólares de Musical.ly, de la que nació la infecciosa TikTok.