Hace treinta años, un físico británico concibió en el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) el invento que cambió la historia moderna, la red mundial (WWW, por las siglas de su nombre original World Wide Web) o simplemente la Web, un aniversario que esta organización celebra este martes.

El 'padre' de la Web, Tim Berners-Lee (Londres, 1995), estará presente en el evento, en el que se pasará revista a lo bueno y a lo menos bueno que su invención ha aportado desde entonces a la humanidad, y se abordarán cuestiones como la necesidad de reforzar la transparencia y las amenazas de censura que se multiplican.

Este mes marca las tres décadas transcurridas desde que Berners-Lee hiciera llegar a su jefe en el CERN la propuesta que sería el punto de partida del uso de internet como se conoce hoy y que respondía a la demanda para que los científicos pudiesen compartir información de forma automatizada con universidades y otras instituciones en el mundo.

Esa iniciativa se convertiría en diciembre del año siguiente en el primer navegador, sitio web y servidor, que empezaron a funcionar coincidiendo con la Navidad de 1990, para cuando el físico especializado en ciencias informáticas había definido ya los conceptos básicos de lo que serían los html, el http y el URL.

De hecho, la primera página web de la historia se dedicó a ofrecer información sobre el proyecto de la WWW.

Fue así que el WWW se convirtió en el programa que permitió la utilización de internet, una infraestructura ya existente pero que había encontrado innumerables problemas para funcionar como una red y que sin la invención de Berners-Lee nunca se habría convertido en la herramienta que ha cambiado la vida de prácticamente todos.

Los desarrollos posteriores fueron rápidos y en abril de 1993 el CERN decidió que el WWW debía ser de dominio público y de 500 servidores conocidos ese año se pasó a más de 10.000 al año siguiente, de los cuales 2.000 tenían eran de uso comerciales.

La mitad de la población tiene acceso a la Red

Para entonces, los usuarios de ese protocolo eran 10.000, mientras que hoy se estima que la mitad de la población mundial tiene acceso a la Web.

El uso de internet, sin embargo, está retrocediendo en varios países por restricciones de acceso que cada vez más estados imponen como medio de limitar la libertad de expresión y el derecho a la información.

El ejemplo clásico es China, donde las autoridades mantienen una fuerte censura sobre los contenidos y no dudan en sancionar a empresas por contenidos que juzgan inapropiados; pero esta problemática está mucho más extendida en el mundo.

Las protestas de este fin de semana en Rusia contra un proyecto de ley sobre la desconexión de internet en caso de amenazas externas que se debate en el Parlamento es el ejemplo más reciente de esa tendencia, que se observa también en países como Turquía, Irán, Egipto o India, entre otros.

En Occidente las preocupaciones son de otra naturaleza y al tiempo que se defiende la libertad de internet, se aboga por regulaciones que protejan la privacidad de los individuos y que hagan a las compañías tecnológicas responsables de los excesos en los que puedan incurrir.