Nuestros héroes en los tiempos del Covid-19 llevan un «pijama» o uniforme de hospital, no una capa. Usan gafas o viseras, no antifaces. Y una mascarilla oculta su eterna sonrisa. Pero son muy valientes. Y tienen súper poderes.

«No soy especial, soy una más de este hospital lleno de profesionales maravillosos y comprometidos. Somos una gran familia», asegura Cuca, administrativa que se ocupa de las llamadas y la agenda de los pacientes oncológicos del Hospital de Día del Vinalopó. Pero sí que es especial. Como lo es, María, residente de tercer año de Medicina Interna del Hospital Universitario de Torrevieja, que pese a su juventud afronta este «golpe de realidad» con una madurez y buen ánimo que son todo un ejemplo.

O el personal de Mantenimiento y otros servicios como Seguridad o Cocina. O José Manuel, enfermero de Hospitalización del Hospital Universitario del Vinalopó, que viendo cómo preparaban la planta contigua a la suya para la llegada de pacientes con Covid-19 se ofreció voluntario. «No me arrepiento, lo volvería a hacer», asegura.

Porque se hizo enfermero «para cuidar y curar a los más débiles y desprotegidos€ ¿y quién hay más necesitado que una persona enferma?». Generosidad en estado puro.

Simón trabaja en Admisión de Urgencias del Hospital de Torrevieja, se ofreció a hacer turnos extra y se ha implicado al máximo para garantizar que el servicio funcione a la perfección. Es diabético y tiene asma, pero también es un deportista consumado y cree que «las barreras nos las ponemos nosotros».

Sin duda, es un ejemplo de superación. No hace ni seis meses, él y su familia fueron víctimas de la DANA que asoló la comarca de la Vega Baja. Pasaron dos días en un albergue. Pero él le quita importancia. «Tuve suerte, el hospital se portó fenomenal conmigo y creo que en esta situación tan dura yo tenía que responder y ayudar desde la Admisión de Urgencias a los ciudadanos que llegan preocupados y nerviosos al hospital», asegura. Compromiso sin límites.

Para Cuca, el ejemplo de superación de los pacientes oncológicos con los que trata es el motor que le lleva a dar «lo mejor de mí misma estos días». Por ellos, asegura, no ha querido cogerse días libres ni entrar en los turnos.

«Si ellos superan sus miedos para venir al hospital a continuar con sus tratamientos, tengo que estar aquí para atenderles o recibir sus llamadas y las de sus familiares» a quienes, asegura, echan mucho de menos en el Servicio. Entrega absoluta.

Sí, todos ellos son únicos pero comparten valores excepcionales que les llevan a incluso a renunciar a ver a su familia como consecuencia de esta crisis sanitaria. Paqui es auxiliar de Enfermería en el Vinalopó y tiene una bebé de 16 meses a la que ha mandado a vivir con su hermano y un marido que se ha trasladado a la «casita del campo, aunque no está demasiado acondicionada».

No quiere arriesgarse a que se contagien porque a ella le gusta el trabajo «a pie de cama». Cree que está «en el mejor lugar posible para ayudar a los pacientes Covid, porque solo nos tienen a nosotros, sus familias no pueden acompañarles». Así que respira hondo, echa de menos a su niña cada minuto y hace videollamadas. «Mi familia ahora es el Vinalopó. La mía está bien cuidada y tengo que ocuparme de quien más me necesita», añade.

Los profesionales sanitarios se entregan en cuerpo y alma al trabajo. Y son muy conscientes de que están en la primera línea de la batalla contra un virus del que aún no se sabe todo. Jorge e Igor son médicos de Urgencias del Vinalopó y Torrevieja respectivamente. Ambos tienen a su mujer embarazada e Igor, además, una niña pequeña.

Y por eso han decidido trasladarse para evitar, en la medida de sus posibilidades, que el virus llegue a sus casas. A ninguno le resulta fácil separarse de sus seres queridos, pero su vocación de servicio público es uno de esos valores excepcionales que ellos han puesto aún más en valor estos días. Igor, que es Internista y está en Observación de Urgencias tiene claro que aún tardará en ver a su familia.

«Cuando pase todo, esperaré otras dos semanas para estar seguro de no llevar el bicho a mi casa». José Manuel tiene a toda su familia en Albacete y Guadalajara, no les ve hace un mes y no puede evitar preocuparse (su suegro está en la UCI). Pero «tanto ellos como yo sabemos que mi sitio está aquí. Cuando esto acabe, nos abrazaremos más fuerte que nunca».

Todos viven ahora volcados en sus pacientes. María cuenta que llama a las familias todos los días. «Los pacientes llegan asustados, pero sus familiares lo están casi aún más». «A mí me gustaría que lo hicieran conmigo si quien estuviera ingresado fuera mi abuelo. No me cuesta nada y ellos se quedan más tranquilos después de cada conversación». Y José Manuel da conversación a sus pacientes, pero sobre todo les escucha. «No quiero que se sientan solos».

En esta situación también se vuelca con su trabajo el personal de Servicios Centrales, Mantenimiento y Limpieza de todos los hospitales. María José, encargada de la limpieza de exteriores, ascensores y escaleras del Vinalopó, asegura que como sus compañeras «ahora más que nunca intento hacer mi trabajo aún mejor, repaso todos los rincones y aprovecho que hay menos personas en los ascensores y las zonas comunes para limpiar y desinfectar más. También es mi hospital y estoy muy orgullosa de mi trabajo». También son equipo. «Nos apoyamos mucho los unos a los otros. Somos una gran familia».

Y sí. Los trabajadores de los hospitales viven momentos duros pero también muy felices. José Manuel cuenta cómo un paciente que se iba de alta dejó un mensaje «que nos da fuerzas para continuar». «A partir de esta noche a las 20 horas, será una alegría para mí poner cara a mis aplausos. Muchas gracias».

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