Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN) alrededor de 110.000 personas sufren un ictus en España, de las cuales un 50% quedan con algún tipo de discapacidad. Actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus. Nos encontramos ante la primera causa de discapacidad en España.

La Fundación Casaverde ha llevado a cabo dos estudios de efectividad clínica de la rehabilitación del daño cerebral sobrevenido con el objetivo de mejorar en los procesos asistenciales y distribuir los recursos de un modo más eficiente. En ambos estudios, con una muestra que suma un total de 257 pacientes con diferentes patologías neurológicas, se observó que una intervención interdisciplinar, intensiva y precoz, contribuye claramente a la mejora del estado de salud del paciente, consiguiendo la máxima recuperación posible.

Dos de cada tres personas recuperaron su independencia o necesitaron cuidados mínimos al final del tratamiento. En dicho estudio se tuvo en cuenta el nivel de dependencia, y se ha observado que al inicio del tratamiento de rehabilitación las personas que necesitaban un centro residencial suponían un 66%, reduciéndose a más de la mitad al final del tratamiento, previniendo con ello el internamiento innecesario del paciente con daño cerebral y favoreciendo la vuelta al entorno familiar.

Hoy día, una vez realizada la intervención aguda hospitalaria, un elevado porcentaje de pacientes no recibe la atención rehabilitadora necesaria, ocasionando que estos pacientes queden con un grado de dependencia que podía haberse evitado. Los recursos no son los suficientes y necesarios para poder prevenir estas consecuencias y que se ofrezca el servicio que todos esperamos.

Por tanto, es primordial la coordinación de las instituciones públicas con los centros especializados en la rehabilitación neurológica, que actualmente ayudan a compensar estos déficits en los procesos de tratamientos rehabilitadores.

La coordinación entre ambas instituciones colaboradoras es fundamental para la continuación del tratamiento y traspaso de información sobre el paciente, con el objetivo principal de conseguir una óptima rehabilitación, y como comentábamos anteriormente, minimizar a largo plazo los gastos para el sistema sanitario, consiguiendo una mayor calidad de vida.

Es necesario apostar por la calidad asistencial y especialización de nuestros servicios ofrecidos por equipos multidisciplinares, apostando por la innovación y la calidad humana en el trato del paciente y la familia, realizando un programa de rehabilitación intensiva que garantice la mayor recuperación funcional del paciente. Todo esto se consigue gracias a equipos especializados en cada una de las disciplinas implicadas en la rehabilitación.

Estudios como el de Manuel Murie del año 2010 constatan que un adecuado tratamiento rehabilitador con una intervención precoz, adecuada intensidad y duración, conllevará la mayor recuperación funcional y menor mortalidad. Por lo tanto, la rehabilitación no solo es un proceso terapéutico que permite ganar en calidad de vida e independencia, sino que además debe entenderse como una inversión y no como un gasto.