Una tarde de abril le comunicaron a Carlos y Sofía su dificultad para ser padres. El desconcierto y la desorientación se instaló en sus vidas. No contaban con este obstáculo cuando tomaron la decisión de formar una familia.

Tocaba ser fuertes para iniciar la aventura de acudir a un tratamiento de reproducción asistida. "La ilusión se nos vino abajo cuando el primer proceso no salió adelante. Me hundí más de lo que imaginé porque fui consciente de que ser madre con mis propios óvulos iba a resultar excesivamente complicado" relata Sofía, quien ahora puede compartir su experiencia, de la que asegura ha salido reforzada para que sirva de ayuda a otras personas que viven esta situación.

A la rabia y los pensamientos dañinos le siguió un mar de lágrimas que inundó la vida de Sofía, la de su pareja, familia, trabajo y amigos. "Pero el ser humano es muy grande y cuando toqué fondo busqué ayuda profesional, una mano experta que me orientara. Mi torbellino de sentimientos poco a poco fue poniéndose en su lugar y fui cogiendo impulso hasta decidir un camino distinto a seguir, ya que el que había cogido no tenía salida".

Sofía y Carlos recurrieron a un tratamiento de ovodonación. El óvulo de una donante joven y fértil podía convertir en realidad su sueño de ser padres. "No había nada vergonzoso en lo que me ocurría, no acepté la derrota y me sobrepuse a la culpa. Solo era una mujer con muchas ganas de querer a un hijo. Entendí que amar es algo tan inmenso que nada tiene que ver con la genética, ni con la sangre. Decidimos entonces tener a nuestro bebé con el óvulo de otra mujer, para mi fue el mayor de los regalos". Sofía y Carlos tiene un hijo precioso que ilumina sus vidas con su sonrisa, sus caricias son su consuelo y son felices con su existencia. "No conozco a mi donante, pero es mi heroína", asiente Sofía.

"Necesitar los óvulos de una donante para formar una familia supone un serio planteamiento", asegura el doctor José López Gálvez, director de la Unidad de Reproducción HLA Vistahermosa. "El papel de las donantes es fundamental. Su demanda aumenta porque cada vez son más las pacientes que optan por un proceso de ovodonación, ya que se trata de un tratamiento de reproducción con un alto porcentaje de éxito. Las técnicas de reproducción asistida tienen sus limitaciones y frustraciones. Nuestro compromiso empieza transmitiendo empatía, seguridad y confianza en los procesos. Debemos trabajar para las pacientes que no consiguen ese deseado embarazo; ahí es donde se encuentra nuestra empatía. La peor carga es la ansiedad, la desconfianza y la frustración de estas personas".

Una experiencia única sin riesgos

Las dudas de las donantes se centran en si tendrán algún malestar durante el tratamiento; si la donación afectará a su posibilidad de ser madres o cuánta será la compensación a recibir.

El especialista puntualiza que la donación de óvulos no tiene riesgos para la salud, ni relacionados con la fertilidad a largo plazo. Los óvulos que se obtienen son los que la donante perdería de forma natural durante el ciclo menstrual. En un proceso de donación de óvulos, la donante toma una leve medicación para madurar la mayor cantidad de óvulos posible en lugar de un único óvulo correspondiente al ciclo.

Alicia, una joven donante de 22 años, ha vivido su experiencia como una oportunidad de hacer algo realmente positivo. Dice que para ella fue una aventura especial en su vida, porque su donación "podía cambiar la vida de alguien al ver cumplido su objetivo de tener hijos".

Calma las dudas y miedos de quienes aún no tienen claro dar el paso, "no sentí que estuviera vendiéndome o materializando mi cuerpo, lo viví como una forma de ayudar a otras mujeres". Gálvez matiza que "la donación no tiene riesgos para la salud ni relacionados con la fertilidad a largo plazo".