La falta crónica de medicamentos que durante los últimos meses lleva sufriendo el sector farmacéutico español se ha cebado especialmente en el colectivo de pacientes de epilepsia, uno de los que más tiene que perder si al llegar a la botica no encuentran su tratamiento habitual por el peligro que conlleva dejar la medicación.

Y es que la Agencia Española del Medicamento, Aemps, ha unido a la larga lista de medio centenar de presentaciones de medicamentos con problemas de suministro el Mysoline 250 mg, de Laboratorios Serb, un antiepiléptico no muy extendido pero que no tiene alternativa y ningún laboratorio se encarga de elaborar el genérico. Es, de hecho, el quinto fármaco antiepiléptico que falta de las farmacias españolas en los últimos tres meses, situación que está generando problemas de ansiedad y trastornos a los pacientes valencianos afectados de epilepsia.

La agencia española recibió a principios de septiembre la alerta del laboratorio y ante la posibilidad de que el problema con el Mysoline no se arreglara hasta finales de año optaron por autorizar que se pueda importar del extranjero para, al menos, permitir que los pacientes que lo estén utilizando puedan seguir con el tratamiento.

A través de los hospitales

El acceso a esta forma excepcional de distribución, sin embargo, no es fácil ni rápido y hay pacientes literalmente superados por la situación que están consultando «angustiados» a sus neurólogos para intentar conseguir cuanto antes el fármaco. Desde la Conselleria de Sanidad se ha optado, en esta ocasión, por derivar a los pacientes a los servicios de Neurología de los hospitales para que sea ahí, y a través de farmacia hospitalaria donde se suministre el medicamento y evitar, al menos en parte, el trastorno y el estrés que supone para las personas con epilepsia ver que se quedan sin las pastillas que les evitan nuevas crisis.

«Están derivando a los pacientes a los hospitales. Aquí no hace falta que lo pidamos al extranjero y, si así fuera, es más fácil de hacerlo de forma centralizada», explica el jefe de la Unidad de Epilepsia Refractaria del Hospital La Fe de València, Vicente Villanueva. El problema es que no todos los pacientes están advertidos de ello y la «incertidumbre y el miedo de ver que se están quedando sin tratamiento y no lo encuentran en la farmacia» está a la orden del día, según el neurólogo. «Vienen muy angustiados y con razón, es su red. Estamos hablando de medicamentos que evitan crisis que ponen en riesgo incluso mortal a las personas, no es cualquier cosa», incide el especialista.

El problema, añadido, a la falta del Mysoline es que es el quinto medicamento antiepiléptico que falta de las farmacias en un espacio de tres meses y aquí, normalmente, no existe alternativa.

Noiafren, Epanutin, Gabritil...

En agosto se agudizó la falta de las dos presentaciones del Noiafren, de laboratorios Sanofi, un antiepiléptico del que dependen hasta 7.500 valencianos. Después y según enumera la presidenta de la asociación de epilepsia de la Comunidad Valenciana, ALCE, Mercedes Hernández, «fue el Depakine Cronos 500. En septiembre fue el Epanutin que tomaban 676 y ahí la conselleria sí reaccionó a tiempo avisando uno a uno a todas las personas que lo tomaban. Ha faltado también el Gabritil y ahora estamos con los problemas del Mysoline».

Desde ALCE están preocupados por el cariz que está tomando para este colectivo los problemas de suministro de medicamentos. «Nunca nos habíamos visto en una situación así y podemos sospechar que los laboratorios están forzando algún tipo de renegociación pero nos consta que también sucede en otros países europeos», lamenta Hernández que asegura que, al menos, está viendo «sensibilidad» por parte de la administración por facilitar al máximo la información.

«Hay que evitar convertir al enfermo en el recaredo»

Desde la asociación de pacientes de epilepsia de la Comunidad Valenciana, ALCE, su presidenta Mercedes Hernández criticó la repercusión que la escasez de este tipo de medicamentos tiene para los pacientes. «Puede que estemos hablando de poca gente en comparación con otras enfermedades pero aquí son tratamientos vitales», recordó. Hernández también lamentó que los problemas de suministro dejaban a los pacientes indefensos, sin información directa y con el «trabajo» de hacerse con un medicamento que es vital para ellos. «Vemos que desde la Aemps y la Conselleria de Sanidad están intentado que la información sea más accesible y la subdirectora de Farmacia nos consta que está trabajando en ello pero no es de recibo que el paciente tenga que ser el recaredo y que tenga que ir de allá para acá para buscar su tratamiento».