A medida que vamos cumpliendo años, todos los sistemas y funciones de nuestro organismo van sufriendo un deterioro inevitable; la visión también. Presbicia y cataratas son las dos patologías ligadas al envejecimiento por excelencia. Su incidencia ha aumentado considerablemente en las últimas décadas como consecuencia lógica del envejecimiento progresivo de la población.

Ambas se deben al deterioro del cristalino, la lente natural del ojo que se encarga de que la luz que recibimos del exterior se proyecte correctamente en la retina para formar una imagen correcta de nuestro entorno.

No obstante, el hecho de que sean procesos naturales que todos vamos a sufrir a medida que vayamos soplando velas no quiere decir en absoluto que no puedan corregirse con diferentes procedimientos.

La presbicia o vista cansada

La presbicia o vista cansada

La presbicia, también conocida como vista cansada, se debe a la pérdida de acomodación que va sufriendo el cristalino de manera progresiva con el paso del tiempo, de manera que cada vez enfoca peor los objetos cercanos.

De esta forma, los pacientes con presbicia se ven obligados a alejar el texto que quieren leer (un libro, un recibo, un mensaje en el móvil, la carta de un restaurante) o el objeto que quieren diferenciar (monedas, botones, los números o letras de un teclado). También necesitan bastante luz para hacer tareas que habitualmente venían realizando sin necesidad de ponerse debajo de una fuente de luz o de acercarse a la ventana, como enhebrar una aguja, coser, abrochar un colgante.

La presbicia se desarrolla normalmente a partir de los 40 años y progresa hasta las tres dioptrías, que es la graduación máxima que suele alcanzar este trastorno visual.

La presbicia normalmente se corrige con "gafas para ver de cerca" o lentes progresivas cuando además de presbicia el paciente tiene además miopía (dificultad para ver nítidamente los objetos lejanos).

Asimismo, existen varias técnicas quirúrgicas para solucionar la vista cansada, bien de manera temporal, bien de forma definitiva. Los implantes corneales y la cirugía láser atajan la presbicia de manera temporal. Se recurre a ellas cuando, por diversos motivos, el paciente debe operarse antes de cumplir los 60 años; que es la edad estimada para que la presbicia deje de aumentar y el cristalino conserva aún prácticamente toda su trasparencia.

Los implantes corneales ayudan a enfocar los objetos a distancia corta y media. Se insertan en la córnea mediante técnicas mínimamente invasiva y son reversibles si en los años siguientes la presbicia sigue aumentando.

Por su parte, la cirugía láser para la vista cansada es muy similar a la cirugía refractiva para corregir la miopía. También es mínimamente agresiva y únicamente conlleva un periodo de recuperación en torno a cuatro o cinco días. En esta intervención se opera un ojo para que trabaje la visión lejana, mientras que el otro se deja para la visión próxima. El objetivo es que la visión binocular sea aceptable para todas las distancias.

Finalmente, existe la posibilidad de corregir la presbicia de manera permanente con lentes multifocales; aunque esta alternativa se reserva para pacientes que, además de la presbicia, tienen que corregir otros problemas de refracción o tienen cataratas; algo que es bastante común, en cualquier caso.

Cataratas

Cataratas

Las cataratas son el problema de visión más frecuente en todo el mundo y la cirugía más frecuente en los países desarrollados. Solo en España se llevan a cabo medio millón de intervenciones quirúrgicas para quitarlas, ya que las cataratas solo pueden solucionarse con cirugía y no existe ningún tratamiento alternativo capaz de prevenir que toda la población las desarrolle a partir de cierta edad.

Esta patología ligada directamente con el envejecimiento se empieza a notar de manera evidente a partir de los 60-65 años y se caracteriza por el endurecimiento y pérdida de transparencia del cristalino.

Estos factores hacen que, a medida que las cataratas avanzan, el paciente tenga una visión cada vez más borrosa, perciba los colores con menos intensidad e incluso note una especie de bruma o velo amarillento sobre todo lo que ve. En la práctica, las cataratas acaban por impedir tareas cotidianas como leer, conducir, trabajar en el ordenador, ver la televisión, leer etiquetas...

Hasta hace algunos años, la intervención de cataratas era bastante cruenta, por lo que se posponía lo máximo posible, hasta que el paciente tenía serias dificultades para desenvolverse normalmente en su vida diaria debido a sus problemas de visión.

Sin embargo, la cirugía de cataratas ha cambiado sustancialmente de unos años a esta parte, de forma que ahora la recomendación es intervenir las cataratas cuando empiezan a deteriorar la calidad de vida del paciente, ya que la cirugía es mínimamente invasiva, segura y muy eficaz en términos de eficacia y satisfacción para el paciente.

Asimismo, se ha demostrado que si la catarata ha madurado demasiado y está completamente sólida es más difícil de operar, lo que incrementa el riesgo de complicaciones.

Lentes multifocales; una cirugía, varias soluciones

Lentes multifocales; una cirugía, varias soluciones

Como ya hemos mencionado, el único tratamiento que hay para eliminar las cataratas es la cirugía. No existen medicamentos, gotas, dispositivos, gafas o productos que curen o reduzcan las cataratas. La intervención es una de las más seguras que se practica en todo el organismo y se lleva a cabo con técnicas mínimamente invasivas.

El objetivo de esta intervención es sustituir el cristalino opaco por una lente artificial totalmente transparente. Esta lente sintética puede ser monofocal, en cuyo caso el paciente seguirá necesitando sus gafas para ver de cerca; o multifocales, que permiten que el paciente vea bien a cualquier distancia sin lentes correctoras. De esta manera, en un solo gesto quirúrgico el paciente puede librarse al mismo tiempo de varias patologías visuales (cataratas, presbicia y miopía, por ejemplo).

"En Vissum estamos habituados a recurrir a estas lentes multifocales en pacientes con más de 45 o 50 años porque aunque en ese momento su cristalino esté completamente transparente, si ha perdido la capacidad de enfocar, lo retiramos y con estas lentes corregimos los defectos de refracción como la miopía, astigmatismo e hipermetropía y también la vista cansada", refiere el doctor Alió del Barrio.

Estas lentes han marcado un antes y un después en la cirugía de problemas visuales ligados el envejecimiento, ya que el hecho de recuperar completamente la visión hace que los pacientes ganen autonomía en su vida cotidiana y en su trabajo, disfruten más del ocio y del tiempo libre, tengan mejor ánimo y, además, corran menos riesgo de caídas o accidentes domésticos causados por no ver correctamente.

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