En la mayoría de los casos, la adicción no es entendida por la sociedad como una enfermedad, sino que asumimos que el adicto consume porque quiere y tiene un problema porque «él se lo ha buscado».

Es a partir de aquí cuando aparece el estigma: cuando se etiqueta de forma negativa a quien padece un trastorno adictivo, quedando desposeído de todos sus rasgos y singularidades, y su personalidad queda reducida a su problema de consumo.

Esta falta de aceptación generalizada hacia las enfermedades mentales en general, y la adicción en particular, es consecuencia del desconocimiento, miedo, culpa o vergüenza.

Se tienda a catalogar la adicción como un vicio cuando realmente, tal y como la define la propia OMS (Organización Mundial de la Salud), se trata de una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de sustancias psicoactivas, como la cocaína, el cannabis, la heroína, las pastillas y el alcohol.

También se producen conductas adictivas, como son las relacionadas con las nuevas tecnologías (móviles, Internet y videojuegos) y el juego (ludopatía), que pueden convertirse en patológicas.

Por lo tanto, estamos hablando de una enfermedad con tendencia a la recaída - los expertos hablan de recuperación pasados al menos dos años sin recaídas- y en muchos de los casos puede llegar a ser hasta mortal.

Enfermedad multifactorial

¿Por qué unas personas consumen y no desarrollan la enfermedad y otras sí? Según afirma el equipo médico de las clínicas y centros de tratamiento de adicciones Triora, «la adicción es una enfermedad multifactorial, ya que depende de factores como el biológico, relacionado con la vulnerabilidad y predisposición genética; el psicológico, es decir, la personalidad de cada sujeto y la forma de afrontar los acontecimientos vitales estresantes; y, finalmente el factor social, vinculado al ambiente que rodea a la persona».

Se considera que una persona está empezando a desarrollar la enfermedad cuando pasa del uso de la sustancia al abuso y del abuso a la dependencia.

«Cuando el consumo de sustancias tóxicas se convierte en el centro de la vida de la persona en detrimento de otras y se empiezan a ignorar las responsabilidades diarias, como el higiene personal, se produce absentismo laboral y/o aislamiento social, es cuando debemos empezar a estar alerta», advierte Joaquín Descals, director médico de Triora Alicante.

Una vez ha saltado la alarma, es necesario buscar ayuda profesional, tanto para el paciente como para su familia. Las clínicas y centros Triora ayudan a la persona a recuperar el sentido de su vida a través del Modelo Triora, que aborda la enfermedad de manera integral, trabajando el cuerpo, la mente y ayudando a recuperar los valores perdidos. Cuenta con un equipo de profesionales formado por psiquiatras, psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales con más de diez años de experiencia en el mundo de las adicciones.

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