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Análisis con la psicóloga Rosario Castaño

Cómo afecta a tus hijos el contenido para adultos

"La pornografía en menores puede provocar conductas sexuales peligrosas", dice la psicóloga y sexóloga Rosario Castaño

Los jóvenes se informan sobre sexo en Internet. SHUTTERSTOCK

La información a la que se tiene acceso a través de Internet es infinita. El mundo 2.0 ha traído consigo la capacidad de saber sobre todo tipo de temáticas en cualquier instante. Los teléfonos móviles se han convertido en pequeñas bases de datos a través de las cuales cualquier persona es capaz de resolver dudas en segundos. A priori, esto es algo que puede ser provechoso en el día a día, pero que en ciertos segmentos de edad se puede convertir en algo más que peligroso.

Menores y jóvenes tienen ahora la capacidad de encontrarse, por casualidad o por curiosidad, con contenido para adultos en formato libre, gratuito y sin censuras, algo que ya ha empezado a preocupar a familias, docentes y expertos psicólogos. Según el estudio 'Menores y contenidos sexuales en Internet' de la Universidad Rey Juan Carlos, un 75,4% de las familias se sienten preocupadas por la gestión que los hijos hacen de los contenidos sexuales en Internet. Asimismo, el 86,32% opinan que el consumo y creación de los contenidos sexuales en relación con los menores debe ser regulado.

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+86,32%cree que el contenido sexual debe ser regulado

"Es necesario que haya una educación sexual en la infancia ya que, por ahora, no se está haciendo nada. Los jóvenes aprenden solo a través de amigos y de Internet y aunque es inevitable que hablen con los de su misma edad de sexo, hace falta que tengan las referencias de los adultos, que sepan que pueden acudir a ellos cuando tienen dudas. Si hay educación sexual la pornografía es un tema que se debe tocar sin miedo, precisamente para que tengan suficiente criterio para no acudir a ella como solución para saciar su curiosidad", sentencia la doctora Rosario Castaño, responsable de las unidades de Psicología Clínica, Sexología y Psicoterapia en el Instituto Palacios. Según la especialista, "se ha comprobado que más información y más comunicación con los padres y adultos sobre sexualidad ayuda a mantener alejada la pornografía de los jóvenes".

Porque los datos dejan entrever que es en Internet donde los más pequeños se informan sobre un tema que debería tratarse como algo natural y no tendría que llegar cargado de estereotipos, violencia o machismo. "Vivimos en una sociedad que ha ido eliminando obstáculos y permite la expresión de la sexualidad con una mayor libertad, parece que todas las conductas sexuales entre adultos pueden ser válidas, y se consideran dentro de la categoría de pluralidad sexual, y no de las conductas perversas", dice la doctora.

"Cuando hablamos de pornografía estamos hablando de un tipo de conducta que separa sexo y sentimientos y presenta la sexualidad como algo carente de significados afectivos, se queda solo en la excitación física, en la expresión de juegos de poder y sumisión y en la utilización del cuerpo como un objeto. Sobre todo hay una utilización de sometimiento del cuerpo de las mujeres y por lo tanto de la propia mujer, y eso provoca confusión en la mente infantil que recibe todo con intensidad y con incapacidad para procesar lo que está viendo. Por lo tanto, la pornografía es muy dañina en la infancia y también a largo plazo ya que los jóvenes no tienen la suficiente madurez ni criterio para distinguir realmente lo que están viendo", añade.

Según el estudio de la universidad madrileña, "los actuales docentes y las familias ven la gestión de contenidos sexuales explícitos en Internet como un inconveniente en la educación de los menores". En concreto, más del 70% de las familias están en desacuerdo con que la pornografía supone una vía de escape que favorece el bienestar social.

Adolescencia

En palabras de Castaño, "la sexualidad forma parte de la vida. Ya desde la infancia, el sujeto es un ser sexual, con un cuerpo que va asimilando significados relacionales, donde se desarrolla la sensualidad que está relacionada con la ternura, con la empatía, la forma en que se le abraza, se le cuida, protege... tiene que ver también con la curiosidad, con la capacidad de tolerar las frustraciones, esas excitaciones que no son tan intensas como las sexuales y que se viven de forma general en todo el cuerpo, se van desarrollando a medida que se crece y después, en la adolescencia, aparecerán las excitaciones más intensas y localizadas en los genitales y en las zonas erógenas".

Así, "los padres pueden ir hablando con los hijos de sexo utilizando el lenguaje que ellos entiendan según la edad. Por ejemplo, ya a los cuatro o cinco años, los niños o niñas tienen curiosidad por saber cómo nacen los bebés, de dónde vienen... y ahí ya se está hablando de sexo".

"El acceso a la pornografía a través de las redes está facilitando que la edad para ver esto sea cada vez temprana y, además, se utilice como un hábito, como un recurso al que se acude muy a menudo"

Rosario Castaño - Psicóloga

Porque la utilización de la pornografía como fuente de información sobre sexo en los menores puede ser algo que, de cara a futuro, tenga consecuencias psicológicas en la persona. "El acceso a la pornografía a través de las redes está facilitando que la edad para ver esto sea cada vez temprana y, además, se utilice como un hábito, como un recurso al que se acude muy a menudo, provocando conductas sexuales que pueden ser peligrosas para un desarrollo psicológico y unas relaciones suficientemente sanas", asevera Castaño.

Según la Sociedad Española de Contracepción (SEC), la edad de inicio de las relaciones sexuales de las chicas en España se cifra en los 16 años. En general, en toda la sociedad occidental tanto chicas como chicos empiezan mucho más pronto que la generación de sus padres y esto es debido a que las conductas sexuales suelen tener un patrón de imitación, todos quieren hacer lo que hacen los miembros del grupo. De ahí, que el contenido para adultos no sea algo recomendable en edades tempranas. En palabras de la doctora Castaño, lo ideal es tratar el tema con naturalidad en cualquier edad.

"A los ocho años se puede considerar una edad que, aunque a muchos les parece muy temprano, tanto el niño como la niña ya empiezan a querer saber y seguramente ellos mismos preguntarán cosas concretas que oyen entre los amigos. La curiosidad es síntoma de salud y por lo tanto de hacerse preguntas y buscar respuestas, los padres no deberían ponerse nerviosos por eso, sino verlo como algo natural. Con las niñas un momento importante es cuando empiezan con la menstruación, a los 11 años aproximadamente y los niños también a esa edad más o menos", explica la doctora Castaño, que además hace hincapié en la importante etapa de la adolescencia. "Esta es una etapa en la que se busca más a los amigos que a los padres, pero es importante que sepan que se está ahí, y también una etapa fundamental para que tengan acceso a educación sexual en los colegios".

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