En la parte más posterior de la retina del ojo se encuentra la mácula. Ésta es la responsable de que seamos capaces de ver, es decir, de leer, ver detalles, colores, etc.

Cuando la mácula se altera también lo hace la capacidad de ver. Así, podemos perder la visión central o ver las cosas de forma distorsionada disminuyendo seriamente nuestra agudeza visual.

Según el doctor Enrique Chipont, director médico de Oftálica y especialista en oftalmología, "existen varias patologías que afectan a la mácula siendo necesario aplicar algún tipo de tratamiento para intentar frenar la pérdida de visión o para mejorarla en ocasiones. La Degeneración Macular Asociada de la Edad (DMAE), las membranas neovasculares miópicas, o el edema macular (acúmulo de líquido en la mácula) secundario a la obstrucción venosa o a la diabetes (EMD), son tratadas actualmente con inyecciones intravítreas de fármacos antiangiogénicos o implantes intravítreos antinflamatorios. Por otra parte, los agujeros maculares y las tracciones vitreomaculares necesitan de una intervención quirúrgica".

Todas estas patologías, aunque con un origen diferente, tienen en común el producir un aumento de los niveles de VEGF, que es el factor de vasopermeabilidad o factor de proliferación vascular, dentro del ojo.

El aumento de este factor es uno de los responsables principales de que aparezcan las membranas neovasculares en la DMAE o en la Miopía y de que se acumule líquido en la mácula en las patologías vasculares, como en la diabetes o en la obstrucción venosa.

Para combatirlo se usan unos fármacos denominados "anti-VEGF" y que se dirigen contra este factor disminuyendo sus niveles dentro del ojo para frenar los efectos devastadores que estas patologías producen en la visión.

Cómo se inyecta el fármaco en el ojo

El ojo es un órgano aislado del resto del organismo por varias barreras que hace difícil que fármacos administrados por vía oral o intravenosa alcancen concentraciones suficientes en su interior.

Sin embargo, poner el fármaco directamente en el interior del ojo hace que las concentraciones intraoculares que alcanzan sean óptimas para el tratamiento de estas patologías. Estos fármacos se inyectan en unas concentraciones y volúmenes ya estandarizados y con unas agujas muy finas introduciéndolos en el ojo en su parte posterior.

El procedimiento de la inyección debe realizarse en una sala limpia, con unas condiciones de esterilidad perioculares e intraoculares. El ojo y la superficie que le rodea se anestesia y se deja aséptico y limpio. Se coloca un paño para aislar y se mantienen los párpados entreabiertos con un instrumento llamado blefarostato.

El medicamento es inyectado en la zona blanca del ojo hacia su interior en la cavidad del gel vítreo y una vez inoculado el fármaco, se retira el blefarostato y se instilan gotas antibióticas que se mantendrán durante unos días después de la inyección.

Los distintos ensayos realizados en el tratamiento de estas patologías maculares con inyecciones intravítreas han puesto de manifiesto que la media de inyecciones en el primer año en el edema macular diabético es de unas 7.7 inyecciones, disminuyendo a unas tres o cuatro en el segundo año y existiendo un 20% de pacientes que no precisan de más inyecciones en el segundo año. En el tercer año la frecuencia de inyecciones disminuye un poco más.

En la DMAE se estima que es necesario una media de unas siete inyecciones anuales.