La retina es un tejido noble situado en el fondo ocular y que está tapizado por neuronas altamente especializadas y sensibles a la luz. Las células de la retina se encargan de recibir y procesar la luz que entra en el ojo procedente del exterior (de los objetos, las personas y de todo lo que nos rodea), después de que ésta haya pasado a través de la córnea y del cristalino. Estas neuronas transforman la luz en una señal eléctrica que llega hasta la corteza cerebral para que puedan formarse las imágenes tal y como las vemos.

Cuando miramos un objeto cualquiera situado directamente frente al ojo, la luz que procede de este objeto es enfocada en la mácula, que se encarga de procesar la luz que recibimos desde la parte central de nuestro campo visual. Por ello las enfermedades que afectan a esta zona de la retina provocan un deterioro de la capacidad del ojo para actividades como la lectura, el reconocimiento de caras y otras tareas.

La degeneración macular asociada a la edad, también conocida por su acrónimo DMAE, es una enfermedad degenerativa que afecta selectivamente a la mácula. Afecta principalmente a personas mayores de 50 años y, en este momento, se considera la causa más frecuente de ceguera legal en personas mayores de 55 años en los países desarrollados.

¿Cuáles son sus causas y sus síntomas?

La causa inicial de la DMAE es desconocida. Sin embargo, la edad, la genética y el tabaquismo son factores de riesgo claramente demostrados. El principal fenómeno que acontece inicialmente en la mácula de los pacientes con DMAE es la aparición de detritus acelulares, material de desecho procedente de la actividad de las células de la retina, que se acumulan entre una de las capas más profundas de ésta. Estos depósitos son las denominadas «drusas» y pueden verse en el fondo del ojo como unos puntos amarillentos en el centro o alrededor de la mácula. Su presencia impide que los nutrientes de la sangre puedan llegar adecuadamente a las células de la retina, contribuyendo a su deterioro y al progreso de la enfermedad.

Los pacientes que padecen DMAE pueden presentar diversos síntomas que inicialmente pueden afectar a un solo ojo o a los dos. Puede manifestarse dificultad para leer, especialmente en condiciones de escasa luz, en otros casos las líneas rectas se deforman. Otra manifestación es la aparición de un área central oscura en el centro de la visión.

¿Cómo se diagnostica la DMAE?

La degeneración macular puede pasar desapercibida para el paciente en sus etapas iniciales, sin embargo, el examen del fondo ocular por un oftalmólogo puede detectar los signos precoces de la enfermedad. La exploración oftalmológica incluirá la evaluación de la agudeza visual del paciente, la prueba de la cuadrícula o rejilla de Amsler para objetivar si existe o no distorsión de las líneas y deformidad de la imagen, una evaluación del fondo de ojo y pruebas adicionales a criterio del oftalmólogo.

Entre estos exámenes complementarios, la evaluación del estado de las diferentes capas de la retina mediante tomografía de coherencia óptica (OCT) es una prueba no invasiva muy recomendable a realizar en la medida de lo posible. Y es que, un diagnóstico precoz permite un mejor control de la enfermedad y puede aumentar la eficacia de algunos tratamientos.

En resumen, si es usted mayor de 50 años, especialmente si existen en su familia antecedentes de DMAE, debe examinarse periódicamente por un oftalmólogo para descartar cualquier signo de problemas oculares como la degeneración macular ya que la detección precoz y un buen manejo pueden ayudarle a evitar la mayor pérdida visual posible.