Este es el clima en que fueron educados nuestros padres, y aunque el cambio es lento, y progresivo, se debe aceptar que la sexualidad en la edad adulta sólo responde al puro deseo de sentir placer, de gozar, de abrazarse a otro cuerpo, de querer.

Durante siglos se relacionó la sexualidad con la reproducción, negándole de esta manera el disfrute de la sexualidad a «la persona mayor». Muchas personas, particularmente jóvenes, siguen viendo la actividad sexual como una facultad que se va desgastando hasta perder todo interés en aquellos que han superado los 60 años, se supone que el deseo siempre se desvanece con la edad.Esta etapa de la vida es valorada por muchos como ausente de manifestaciones sexuales.

Son muchos, los pacientes jóvenes, entre 50 y 60 años que vienen a la consulta por problemas de disfunción eréctil y tienen serias dudas de si es su edad la causa de la disfunción que padecen.

Si tenemos en cuenta que más de un 30% de varones a partir de los 50 años van a padecer problemas de disfunción eréctil y que según las últimas encuestas más de un 90% de ellos no saben la causa de su problema es fácil achacar a la edad el origen de sus dificultades con la erección.

En las personas mayores la actividad sexual, no es entendida necesariamente como actividad orientada al coito, sino, en un sentido mucho más amplio; se trata del placer del contacto corporal global y la comunicación, así como la seguridad emocional que da el sentirse querido.

Desde un punto de vista fisiológico, los procesos de envejecimiento sexual comienzan hacia los 30 o 35 años, y siguen un proceso lento, muy variable de unas personas a otras. Es cierto que con la edad aparecen una serie de factores negativos como pueden ser determinadas enfermedades, ingesta de determinados fármacos, hábitos tóxicos... que influyen negativamente sobre la erección y en estos casos la disfunción no puede ser achacable a la edad.

La realidad es que el envejecimiento produce ciertos cambios en la fisiología sexual, pero comparado con otros cambios propios de la edad como el ajuste ocular o la capacidad vital, estos cambios son pequeños, la función sexual, vista desde el ángulo del acto sexual, no de la reproducción, se mantiene mucho mejor que otras funciones.

Vamos a analizar los cambios en la actividad sexual que podríamos considerar normales conforme avanza la edad.

Caracterización de la actividad sexual en el adulto mayor

Se produce una disminución paulatina de la actividad sexual.

Apreciación subjetiva de una menor intensidad de placer derivada del orgasmo. El placer durante la relación sexual y el orgasmo son menos intensos que en la persona joven.

En algunos casos se instaura la eyaculación precoz. Probablemente como mecanismo de defensa, compensatorio.

Disminuyen las erecciones nocturnas tanto en intensidad como en frecuencia.

Disminuye la cantidad de esperma debida al envejecimiento de la gládula prostática y las vesículas seminales, donde se produce el 90% del líquido espermático.

Si los cambios que usted ha podido leer en este artículo empiezan a ocurrir antes de los 50 años debe asistir a la consulta de un urólogo-andrólogo. Posiblemente no tenga ningún problema pero un estudio sencillo puede evaluar si estos cambios son normales o secundarios a alguna alteración.

No hay porque renunciar a la relación sexual, hoy en día disponemos de medios, tanto farmacológicos como físicos para poder mejorar la erección de una forma segura y eficaz, prácticamente sin efectos secundarios.

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