También denominado esguince cervical, es una dolencia en la zona posterior del cuello cuya causa es debida a un accidente de tráfico por choque frontal, lateral, o posterior que provoca de forma combinada y repentina una flexión y extensión brusca e inesperada del cuello, ya que la cabeza es empujada fuertemente por dicho golpe súbito. En ese momento nuestros músculos están relajados y no pueden proteger el cuello de manera eficaz. Sería algo parecido a un látigo que sacudimos en el aire. También hay otras causas no relacionadas con el accidente de tráfico como puede ser una mala zambullida en el agua.

El latigazo cervical provoca un daño en músculos, tendones y ligamentos de la parte posterior del cuello. Se manifiesta con dolor que puede aparecer justo después del accidente o a las pocas horas de producirse y el cual puede irradiarse hacia ambos hombros y brazos. En ocasiones se producen mareos y limitación dolorosa cuando queremos girar la cabeza, levantarla, bajarla o inclinarla. Se pueden llevar a cabo pruebas como radiografías o una electromiografía, las cuales normalmente no muestran otras lesiones que puedan estar relacionadas directamente con el accidente, pero sí anteriores como por ejemplo una enfermedad degenerativa de disco. Otros síntomas relacionados pueden ser: migrañas, sensación de estar cansado, problemas para quedarse dormido, ansiedad, fuertes molestias ante los ruidos, vértigos y mareos, depresión, problemas para concentrarse en las tareas, etcétera.

En una primera fase de tratamiento se recomienda reposo y tratamiento farmacológico para bajar tanto la inflamación como el dolor presente en toda la zona afectada y bajo la supervisión del médico especialista. En una segunda fase se aplica el tratamiento de fisioterapia basado en termoterapia (infrarrojos, microondas, onda corta), electroanalgesia, ultrasonidos y masajes con el fin de combatir el dolor y las posibles contracturas musculares presentes para volver a recuperar la movilidad a nivel del cuello en caso de que se haya visto comprometida.

No es recomendable el uso de un collarín cervical, ya que está demostrado que retrasa la mejoría o incluso empeora los síntomas, aumenta la sensación de miedo ante los movimientos de la cabeza y disminuye la fuerza de la musculatura reservándolo solo en casos muy puntuales y en los cuales también habrá que dar restricciones de su uso.

Dependiendo de la gravedad de la lesión los pacientes suelen recuperarse en cuatro o seis semanas. Otros factores que influyen en la recuperación del paciente y que lo pueden alargar e incluso convertirlo en crónico y ser de difícil tratamiento son: factores psicológicos y de estrés relacionados con el proceso de litigación del seguro y compensaciones derivadas del accidente de tráfico, distintas situaciones laborales, ansiedad o haber tenido una musculatura débil o una degeneración del disco entre otros.

En cualquier caso habrá que «educar» al paciente para que vuelva a su vida normal, evitando el reposo innecesario, mediante medidas de higiene postural, ejercicios y movilidad a nivel cervical, ya que está demostrada su eficacia.