El estilo de vida no suele ser determinante en el proceso relacionado con el envejecimiento del cristalino, pero sí es posible que ayuden a adelantar la aparición de cataratas y sus consecuencias en la visión. Entre los factores que potencian la patología se encuentran algunos tratamientos farmacológicos (especialmente corticosteroides y derivados), el hábito de fumar y la exposición a radiaciones o a luz ultravioleta y la diabetes.

El síntoma más frecuente es la visión borrosa. La disminución de visión, de uno o de los dos ojos, es un motivo para acudir a una revisión el especialista en oftalmología. Según el doctor Enrique Chipont, director médico de Oftálica y especialista en oftalmología, «otros síntomas asociados son: alteración de la visión de los colores, aumento de la fotosensibilidad, empeoramiento de la visión nocturna y, ocasionalmente, visión doble. Ante alguno de los síntomas mencionados, el paciente debe acudir al oftalmólogo para establecer un diagnóstico adecuado, dado que los síntomas de catarata son compartidos con otras enfermedades».

El oftalmólogo deberá realizar una exploración completa del ojo, tanto de su capacidad visual, como un estudio de los medios transparentes del mismo y del fondo de ojo. Es importante descartar cualquier enfermedad asociada que pueda ser responsable de la pérdida de visión, pues una catarata no siempre es la causa de dicha pérdida.

Una catarata debe ser intervenida cuando el oftalmólogo obtenga unas medidas objetivas de la pérdida de visión, pero también debe evaluar la calidad de vida del paciente, en el caso de una intervención, «la cirugía que sustituye el cristalino dañado por una lente intraocular artificial ofrece una tasa de éxito muy alta y con una pronta incorporación a la vida normal», explica el doctor Chipont.

Las cataratas son responsables de la mitad de los casos de ceguera en el mundo, lo que representa cerca de 18 millones de personas, según los últimos informes de la OMS. Esta patología se encuentra vinculada al envejecimiento poblacional, por lo que el aumento de la esperanza de vida ha provocado un incremento alto de la prevalencia de cataratas.

En España se calcula que el 47% de las personas sufren cataratas, con una incidencia a partir de los 65 años 50 % aumentando hasta el 70% entre los mayores de 70 años.