La fibrilación auricular (FA) es la arritmia cardiaca más grave y frecuente en las personas adultas y una de las principales causas de ictus. A medida que aumenta la edad, también lo hace su frecuencia en la población mundial. Numerosos estudios demuestran la estrecha relación entre el ictus y la FA: las personas con ella presentan entre cuatro y cinco veces más posibilidades de sufrir un ictus embólico. De hecho, en España el 11% de los ictus está causado por la FA.

Así lo corrobora el doctor Mirko Alavena, especialista de la Unidad de Neurorrehabilitación del Hospital Quironsalud Torrevieja, quien asegura que «el riesgo de ictus asociado a FA aumenta notablemente con la edad, hasta un 23,5% en edades avanzadas, de los 80 a los 89 años. Además, los ictus debidos a la FA suelen ser graves, con un aumento de la discapacidad del 60%».

La FA es con mucha frecuencia asintomática y solo se detecta en las revisiones médicas regulares. Entre los factores de riesgo que pueden causarla están la hipertensión arterial, la diabetes, el envejecimiento, la insuficiencia cardiaca, la hiperfunción de la glándula tiroides u otros problemas hormonales o el consumo de mucha cantidad de alcohol o café. «Alguno de estos factores, como el envejecimiento, no se pueden cambiar, pero otros como mantener el control de la tensión arterial, de la diabetes, no fumar o evitar la ingesta excesiva de alcohol pueden ayudar a prevenir tanto la FA como el ictus», destaca el especialista, quien aconseja realizar periódicamente una revisión cardiológica para reducir las posibilidades de sufrir un ictus.

La actuación temprana y continua mejora las secuelas del daño cerebral que se produce después de que el paciente haya sufrido un ictus, un accidente, una infección o una parada cardiorrespiratoria. Una lesión neurológica como consecuencia de uno de estos accidentes puede provocar dificultades para el desplazamiento, la comunicación y la realización de tareas tan comunes como vestirse, generando graves alteraciones en los ámbitos familiar y social.

El doctor Mirko Alavena hace hincapié en que «la rehabilitación ha de ser lo más precoz posible (pero no siendo excluyente el tiempo de evolución), especializada y a través de un equipo multidisciplinar experimentado y formado que busque la recuperación de las funciones a través de los mecanismos de neuroplasticidad cerebral».