Quizá no hayas oído hablar nunca de la enfermedad del niño abofeteado o síndrome del tortazo, pero seguramente la has padecido en algún momento de tu vida. Los estudios de laboratorio muestran que, a pesar de que entre el 40% y el 60% de los adultos de todo el mundo han pasado la infección por parvovirus B19, la mayoría de ellos no recuerdan haber presentado los síntomas.

Es bastante frecuente en los colegios, sobre todo entre preescolares. Se trata de un eritema infeccioso que provoca que sus mofletes se pongan rojos como si les hubiesen dado una bofetada, de ahí su otro nombre. El eritema infeccioso empieza con febrícula, dolor de cabeza y síntomas catarrales leves (nariz tapada o secreción nasal). Estos síntomas iniciales remiten y la enfermedad parece haber pasado hasta que aparece la erupción característica al cabo de pocos días.

En la mayoría de los casos, se trata de una afección tan leve que no requiere tratamiento farmacológico. La mayoría de los niños con eritema infeccioso se recuperan sin complicaciones. Cuando aparece la erupción y mientras esta está presente, suelen encontrase bien y generalmente ya han retomado sus actividades habituales.

La erupción puede tardar entre una y tres semanas en desaparecer por completo y durante ese período de tiempo puede dar la impresión de que va empeorando hasta que desaparece por completo.

No hay ninguna vacuna contra el eritema infeccioso y ninguna forma de prevenir la propagación del virus.

Quinta enfermedad

También se le llama la "quinta enfermedad" puesto que fue la quinta patología descrita de una serie de enfermedades en otro tiempo muy comunes en la infancia: el sarampión, las paperas, la rubéola, la varicela y ésta, según reza en el web de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.

La provoca el virus llamado parvovirus humano B19, que es bastante contagioso y suele presentarse a finales del invierno y principios de la primavera, pero también puede haber casos esporádicos en cualquier época del año.

El parvovirus B19 es un virus exclusivamente humano, que no es el mismo que preocupa a los veterinarios y que pueden contraer los animales domésticos, sobre todo los perros. Por lo tanto, no se puede contagiar de los humanos a los animales o viceversa.

En general es una enfermedad "benigna" que tan sólo puede resultar peligrosa para las mujeres embarazadas que no la hayan pasado nunca, o en personas que padezcan anemia.

Muchos niños la pasan sin manifestar síntomas y, una vez una persona se ha contagiado con el parvovirus B19, se hace inmune al mismo y, por lo general, no pude volverse a infectar.

Infección

La infección se contagia principalmente al inhalar microgotas del aire que han sido expulsadas con la tos por una persona infectada, y el contagio se produce siempre durante la incubación, antes de que aparezca la erupción.

También se puede contagiar al compartir vasos y cubiertos. Una vez aparecidos los síntomas, si es que llegan a hacerlo, ya no hay peligro de contagio.

Síntomas

Los síntomas aparecen entre 4 y 14 días después de la infección y son, habitualmente, fiebre baja, mejillas enrojecidas, erupción rosada por la piel, formando como un encaje, que puede empeorar si se expone al sol.

Al cabo de un día o dos, aparece la erupción, sobre todo en los brazos, las piernas y el tronco, pero habitualmente no en las palmas de las manos ni en la planta de los pies. No produce picazón (prurito) y la enfermedad, generalmente, dura entre 5 y 10 días.

Durante las semanas siguientes, la erupción puede reaparecer como una reacción al sol, el ejercicio, el calor, la fiebre o la tensión emocional.

En los adultos, el dolor leve de las articulaciones y la inflamación pueden ser permanentes o aparecer y desaparecer durante semanas o meses.